miércoles, 7 de agosto de 2013

Hacia una nueva teología de la liberación



Después de escribir el post que sigue, cuando he ido al Wordpress, en el que paso a limpio el borrador, he comprobado que, en la lista de spam, se hallaba este comentario que reproduzco para inyectar un poco de moral, que creo que andaba algo baja últimamente.

 Dice así:


 Diseño web reus en agosto 7, 2013 a las 11:31 am dijo: Editar


Canalladas | jlpalazon2 , es genial, desde que os recibo no puedo parar de mirar todas vuestras sugerencias y me alegra cuando recibo uno más, sois lo mejor en español, me encata vuestra presentación y el curre que hay detrás. Un beso y un abrazo, nos alegrais la vida.


 


 Probablemente, en la historia de la humanidad, los dos hombre más influyentes fueron un par de tipos judios que, sin pretenderlo, fundaron las dos más grandes ideologías humanas, Jesucristo y Carlos Marx.


 Los dos actuaron bajo el impulso más altruista posible: la redención del género humano pero planteándola desde ámbitos no sólo distintos sino antagónicos.


 En un ensayo tan breve como el que en este acto realizo, he de ser forzosamente ultrasintético:


 -Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos. (Versículo 3) Bienaventurados los mansos: porque ellos poseerán la tierra. (Versículo 4) -Bienaventurados los pobres porque ellos poseerán la Tierra.


 -Proletarios de todos los países, uníos.


 En cuanto a las frases evangélicas, ¿qué decir?


 Ni el propio Aznar, ni siquiera Rajoy hubieran podido mejorar este mensaje:


 -Jodidos y hambrientos pordioseros, ¿qué coño más queréis, si el propio Dios, que se hizo hombre para redimiros, se refirió expresamente a vosotros en su mensaje fundacional de las Bienaventuranzas? ¿Qué más queréis, jodidos pedigüeños, no pretenderéis que, además del Cielo, se os concediera la Tierra, qué coño más queréis si vais a tener el reino de los cielos para siempre, aguantad entonces estos 4 días mal contados, coño?


 Frente a un mensaje así, casi no me atrevo a analizar el mensaje marxista:


 -Proletarios de todos los países, uníos.


 “Proletarios”, radl, (Del lat. proletarius).


1. adj. Perteneciente o relativo a la clase obrera.


2. adj. Se decía de quien carecía de bienes y solamente estaba comprendido en las listas vecinales por su persona y prole. Era u. t. c. s. m.


3. m. y f. Persona de la clase obrera.


4. m. En la antigua Roma, ciudadano pobre que únicamente con su prole podía servir al Estado”.


 Lo primero que acude a mis dedos es la abismal diferencia entre un lenguaje neutro y amorfo, ayuno de toda clase de significación política, como es el de la religión cristiana, y ese otro de honda raigambre sociopolítica como es el jodido marxista.


 La palabra “proletarios”, como hemos visto en el Diccionario de la Real Academia viene designando secularmente a una clase social cuya única misión, de ella y de su “prole”, era servir al Estado.


 Y qué bien que ha entendido esto, a lo largo de toda la Historia, esa otra clase criminal que se sirve del Estado para un más fácil manejo del proletariado.


 Por eso el grito de rebelión de Marx y Engels, filosóficamente, es muy superior a las bienaventuranzas cristianas, porque es un grito desesperado ante la opresión de la clase capitalista contra la clase obrera, algo que supera no sólo al mensaje cristiano que, como se ve es el de la más profunda resignación, es decir, todo lo contrario a ese grito exhortando a la rebelión de la clase explotada secularmente, que se expandió como un reguero de pólvora por todo el mundo como una auténtica buena nueva y que, aún hoy, es el mejor mensaje esperanzador, porque la ética que en él se funda supera incluso al famoso imperativo categórico kantiano, ya que es muy superior al hecho de obrar de tal manera que nuestra conducta pueda concretarse como un mandato universal, ése otro de dar a la sociedad todo lo que tengamos exigiéndole a ella únicamente aquello que nos es imprescindible para nuestra propia supervivencia, mandato en el que resuena explícitamente la vieja idea estoica.


 

jueves, 1 de agosto de 2013

Intentando zanjar una discusión absolutamente inútil

 


 Coño, Carlos (por cierto ¿por qué has dejado de firmarte futbolín?) no 


dejas de asombrarme. Dices literalmente:


“Ya puse en los comentarios del anterior post un fragmento de un artículo que explica bastante bien el asunto de la unión de las izquierdas, por si no lo leíste lo repito aquí:


“Por supuesto que la deseable unidad de la izquierda no puede incorporar a cualquier sector que reivindique su pertenencia a ella. Porque hay que recordar que izquierda y derecha son términos espaciales y relativos, que dependen del término de comparación que se utilice: el Partido Popular podría situarse a la izquierda del Amanecer Dorado de los griegos. No puede afirmarse que cualquiera que proclame su condición de izquierdas tenga derecho a participar en la necesaria unidad de acción que estos tiempos exigen. El caso de ETA ilustra suficientemente la necesidad de estas exclusiones. Tampoco se trata de conseguir esa unidad aceptando sin crítica las posturas de quien tiene más poder. Creo que la cuestión que más importa en estos momentos consiste en la posibilidad de acuerdos entre las corrientes socialdemócratas, que proponen una profunda reforma dentro del sistema capitalista y otras posturas que rechazan cualquier posibilidad de vigencia del capitalismo y defienden el paso a modelos socialistas desde convicciones democráticas y no violentas. En estas dos posturas se incluye la inmensa mayoría de lo que se entiende por izquierda sociológica en este país.”


Coño, Carlos, es que me descojonas: por un lado, si yo propugno la unidad de las izquierdas democráticas, tú, aparte de llamarme majadero, que es el que dice majaderías, me citas como autoridad para convencerme de lo que yo estoy mucho más convencido que tú, y por 2 veces, un párrafo, que no tiene desperdicio de Augusto Klappenbach, un filósofo bastante estimable, que dice literalmente:


“Creo que la cuestión que más importa en estos momentos consiste en la posibilidad de acuerdos entre las corrientes socialdemócratas, que proponen una profunda reforma dentro del sistema capitalista y otras posturas que rechazan cualquier posibilidad de vigencia del capitalismo y defienden el paso a modelos socialistas desde convicciones democráticas y no violentas. En estas dos posturas se incluye la inmensa mayoría de lo que se entiende por izquierda sociológica en este país.”


 Yo decía, también literalmente:


 “Yo planteaba el tema de que si no queremos que la más cruel y canallesca de todas las derechas del mundo se eternice pisándonos el cuello con su claveteadas botas fascistas, no tenemos más remedio que hacer, TODOS, de tripas corazón y unirnos de una puñetera vez todos los que hemos dado en autodenominarnos izquierdas, bajo una misma rúbrica, evidentemente temporal, y bajo un mismo líder, que bien podrían ser Madina o Garzón, e intentar TODOS, actuando en todos los terrenos, pero sobre todo en el electoral como un sólo y puñetero hombre. Aparcando por el más breve lapso de tiempo posible las esenciales e irreductibles diferencias que nos separan para siempre, porque, si no, debemos todos, en manada, irnos al más alto de los acantilados del mundo y arrojarnos allí, de cabeza”.


No sé si es que ya la edad y los terribles e irresolubles problemas familiares que me afligen me han hecho perder completamente, tal como tú apuntas,  no sólo las facultades expresivas sino también las lectoras y ya no sé ni leer, pero, salvadas las evidentes diferencias de estilo, el de Klappenbach, eminentemente profesoral y filosófico y el mío, dialéctico y de combate, yo juraría que ambos decíamos  lo mismo, pero ni aún así yo me atrevo a decirte, amigo Carlos, que muy bien podría aplicársete a ti, en este caso, lo que en Derecho llamamos el principio de confesión de parte: si tú, para combatir lo que yo vengo diciendo, eso que tú dices que no entiende nadie, pones un ejemplo que literalmente me da la razón, yo no tengo siquiera que defenderme, lo que pienso dejar de hacer en este momento, porque no estoy dispuesto a aburrir a los que nos leen con nuestra cabezonerías.


 El más fuerte de todos mis abrazos,