domingo, 30 de junio de 2013

Carta abierta a Lisístrata


 Bueno, tengo que aceptarlo, forma parte de mi triste destino.


 Voy por la vida desagradando a las personas que más estimo, pero eso, sí, en absoluto tengo yo la culpa, todo lo contrario, soy la víctima de que la gente se haya acostumbrado a pensar a base de estereotipos.


 Hace unos meses, en un debate que tuve con mi mejor amigo, Futbolín, la persona fuera de mi familia a la que más aprecio,tuve que decirle, “y, ojo, Carlos, no cometas conmigo el error de creer que yo soy uno de esos tipos con los que discutes en Faceboot”.


 Mi querida Lucía, porque yo te seguiré queriendo aunque tú te vayas de aquí, esencialmente enfadada, como parece que estás, pero te juro por mis muertos que la culpa no la tengo yo sino tú, que me estás aplicando a mi todos esos jodidos estereotipos de las discusiones entre feministas y machistas y yo, coño, ¿cómo no te has dado cuenta todavía?, soy diferente.


 Y lo soy no porque mi pasta haya sido distinta sino porque mi jodida, mi puñetera, mi canallesca vida me ha hecho distinto.


 Mira, Lucía, yo ando por aquí con dos direcciones de email: una, jlpalazon0@hotmail.com y otra, elhijodelconde0@hotmail.com y el título que le di a la 2ª no es fruto de mi inventiva literaria sino el apelativo o mote por el que se me conocía hace ya 70 años en mi pueblo de Mula. Yo era allí el hijo del conde porque a  mi padre, el tío más exquisito y culto que yo he conocido en mi vida, le llamaban “el conde” porque el jodido además de sus modales absolutamente aristocráticos no había dado puto golpe en su vida.


 O sea que las que sí que tuvieron que dar muchos golpes en la suya, las que se mataron trabajando como negras para sacarnos a nosotros, 3 hijos y 1 hija para adelante, fueron mi madre, una auténtica “madre coraje”, el tipo humano más valioso que he conocido en mi vida, mi tía, que dedicó toda su existencia a que yo pudiera estudiar y mi hermana, que trabajó como una fiera desde niña para que en mi casa comiéramos de vez en cuando.


 O sea, Lucía, que no era mera palabrería, jodida literatura, cuando yo escribía el otro día que por lo menos estas 3 mujeres no sólo me alimentaron y vistieron y cuidaron, mientras yo estudiaba como un jodido zángano, yéndose incluso las 3 de temporeras a la vendimia francesa, sino que los pocos días que convivían conmigo me hacían objeto del trato amoroso más grande y noble que yo he conocido.


 Mientras, mi padre, “el conde”, murió sin dar golpe.


 Yo, sí, en mis cortas, cortísimas vacaciones, hice los 7 cursos del bachiller con el examen de Estado en 3 años, mis días libres iba a la fábrica de conservas de Pepe Hernández a recoger los huesos de albaricoque y de melocotón que mi madre, mi tía y mi hermana, partían.


 No es la forja de un rebelde ni tampoco el Inglaterra me hizo así pero las he pasado canutas. Y tengo la absoluta convicción de que sin el denodado esfuerzo de estas 3 mujeres yo no sólo no hubiera estudiado sino que no estaría aquí porque me hubiera muerto de puñetera hambre, así, que venirme ahora aquí, las maravillosas feministas del mundo, a enseñarme a mi, qué es una mujer, hasta qué punto llega su capacidad de amor y sacrificio, de lo que son capaces, porque mi madre fue, a todo esto, una magnifica maestra de escuela y mi hermana la mejor actriz que yo he conocido, pero ninguna de ellas tuvo el menor inconveniente de ir a las vendimias francesas y a la fábrica de conservas de Pepe Hernández mientras yo, el canallesco  “hijo del conde”, seguía estudiando.


 A mi no tiene que venir a gritarme sus eslóganes ninguna sufragista porque yo soy más sufragista que ella; a mi no tiene que venir a pedirme mi voto para que se apruebe la ley contra los maltratadores porque soy hijo de maltratador y maltratada y sé lo que es eso de verdad, no lo he leído en ninguna novela ni lo he visto en el cine o en la tele.


 Lo que yo trataba de decir ayer en mi post pero ya advertía allí que es muy difícil es que mi sufragismo, mi feminismo, lo he mamado en las tetas de mi madre, lo he olido en su vestido traspasado de sudor cuando salía de la fábrica, y en sus ojos llorosos, empañados de dolor y cansancio, de modo, sufragistas, feministas, que yo soy, no lo dudéis un momento, el más furibundo partidario de los derechos, todos los derechos de la mujer, no sólo de la que es una lumbrera de la informática como mi hija Cristina, a la que los usanianos no renuncian a llevarse a Cabo Cañaveral, sino también de la que viene a fregar las escaleras del edificio en el que vivo, pero también lo soy, sí, y con qué cojones, para exigir a una magistrada que está abusando de sus facultades jurisdiccionales para proteger a un jodido pepero, que no abuse del derecho a la voz y al voto que mi madre, mi tía y hermana ganaron y ejercieron no sólo luchando en todos los ámbitos contra la opresión femenina que no le permitía, por ejemplo, a mi hermana estudiar como lo hacía yo, sino también yendo a cuerpo limpio a todas las manifestaciones que al efecto se organizaban y ahora ven como una tía que luce cada día un modelito, que hace sus sesiones de rayos uwa  y que acude a su despacho muy cerca de la una, protege a un jodido empresario estafador que ha chupado no ya el sudor sino también la sangre de todos los trabajadores que ha tenido.


 Por supuesto que éste no es el caso de la juez Carmena a la que he tenido el honor de conocer personalmente ni otros miles de juezas y abogadas y funcionarias judiciales, mucho más abundantes ya, gracias a Dios, que los hombres, mi requisitoria en forma de artículo, bajo el título de las superwomans, no iba contra ellas como tampoco contra mi madre, mi tía y mi hermana, a las que debo no sólo lo que soy sino también el hecho de seguir viviendo.


 A ti, Lucía, te ha ocurrido como a futbolín, que confundió también el culo con las témporas, y pensó que yo era socialista porque criticaba al 15 M por su postura neutralista y equidistante cuando el PP se preparaba para acceder al poder y hundirnos, como lo ha hecho, a todos en la puta miseria, y le exigía yo el acto de inteligencia política que supone admitir que en determinados momentos dialécticos la abstención es el peor de los crímenes,  como veo que le ha pasado también a Bateman, cuando admite tu acusación contra el supuesto hecho de que yo viera bien que la SICAR hiciera todo lo posible porque los hijos de los pobres llenaran la Tierra, al propio tiempo que, coño, alababa a China por limitar por Ley el número de hijos de las parejas.


 Es por eso que yo, a veces, siento la tentación de dejar de escribir para los demás y hacerlo sólo para mi mismo, por las limitaciones que tengo de lenguaje, pero, por otra parte, creo que sin la crítica de Lucía, aún radicalmente equivocada por no haber comprendido cuál es en realidad mi posición, yo nunca hubiera podido siquiera acercarme, tal como lo he hecho, a la clarificación total de mi pensamiento al respecto.


 Por favor, Lucía, te ruego a ti, como antes lo hice, parece que con éxito a futbolín, que no me apliques clichés ni estereotipos, yo soy lo  que y como soy, y no debes confundirme con otros por mucho que te suene mi canción, que, te lo aseguro, es completamente distinta a las que suelen aparecer por esos jodidos foros de debate.


 Yo sería un mal nacido, el peor de los hijos de puta, un canalla con pintas, si aceptara como natural aquel formidable sacrificio de mis 3 mujeres, si no proclamara a los 4 vientos, si no luchara porque las mujeres que a hora sufren lo que ellas soportaron no pudieran tener acceso en igualdad de condiciones a las posibilidades de ser y de ocupar los mismos cargos que todos los jodidos varones de la Tierra.

sábado, 29 de junio de 2013

Las superwomans (IV)



Dedicado a Lucía M. Mur, por otro nombre Lisístrata, con todo mi afecto.

 Decía el que quizá sea el mejor de mi maestros que el hombre es una pasión inútil.


 Y cuanta razón tenía.


 Nos debatimos diariamente en una fuerte lucha a muerte, sin otro objeto que sobrevivir, en todo aquello que hacemos sin darnos, cuenta casi nunca, de que estamos vendiendo nuestra jodida vida al diablo no por la eterna juventud, sino por un poco, o un mucho, de dinero.


 Triste batalla la nuestra que no tiene otro objeto que adorar al canallesco becerro de oro.


 Allá, nosotros.


 Es por eso por lo que yo digo que lo que encanallece a las superwomans es su afán de masculinidad.


 Repito, con mi maestro: el hombre es una pasión inútil porque trata siempre de transcender sus límites, sus propios límites, la mujer es la puñetera, la jodida, la maravillosa realidad porque su inmenso corazón la obliga a actuar siempre dentro de sus límites sin más proyecto, sin más ambición que el de hacer felices a los suyos, hacer, por lo menos, que nazcan, que vivan, que sigan viviendo, no olvida en ningún momento que somos unos animales racionales y parlantes y vociferantes cuya principal y debería ser única misión es que la vida, esta vida animal siga viviendo.


Entonces, cuando uno de esos maravillosos animales se masculiniza, cuando la muy jodida piensa que su misión, que su función real o sea que la que la realiza es hacer de canallesco hombre, entonces, sólo entonces, la caga, porque ella es mucho más que el éxito profesional, funcional, social o político, todos ellos, en cierto modo, artificiales, sino esa pasión útil de hacer correr, seguir fluyendo y mantener la vida.


Cuando una mujer supedita su vida real, esencial, de ser custodia del impulso vital de la naturaleza humana al artificioso triunfo sociopolítico está traicionando su auténtica función, su misión natural esencial.


 El problema es, pues, cuando estas mujeres que alcanzan, con todo el merecimiento del mundo, y más, esos puestos tan importantes y relevantes que generalmente ocupan los hombres, la magistratura judicial, por ejemplo, hacen lo mismo que los hombres no ya por instinto de imitación sino de justificación o incluso de supervivencia  y llevan a cabo una impartición de justicia tan torticera o más que los hombres, como diciendo “eh, que yo lo puedo hacer tan mal como los hombres e incluso peor” y cometen la suprema irrisión de degradar al justiciable cuando deberían de ensalzarlo de alguna manera puesto que él es la victima totalmente inocente de un sistema insuperablemente inicuo de justicia.  


 No sé si me estoy explicando bien porque lo que quiero decir es realmente difícil.


 Un ser que no sólo es la vida sino la luz que ilumina nuestras vidas, nuestras madres, nuestras esposas, nuestras hijas e incluso, a veces, nuestras hermanas, de pronto, por un complejo de inferioridad absurdo, por un intento de justificación que en modo alguno necesitan, decide hacer lo mismo que los hombres, o sea, la injusticia más vil, la aberración moral de cebarse cruelmente con aquel que sufre la iniquidad del Derecho.


 Entonces, coño, toda la admiración que les profeso, todo el amor sin límite que inspiran, todas y cada una, se sienten tan defraudados que no puedo reprimir el impulso de escribir 1, 2, 3,...posts sobre las superwomans que, en realidad, debería de titular las infrawomans porque cuando hacen esto, cuando superan en iniquidad a los hombres, no sólo no son superwomans sino siquiera mujeres.


Cuando la mujer lucha contra el hombre y contra la sociedad y vence, cree que ha vencido, porque ya no sólo es como el hombre, ese perfecto canalla, sino que ocupa los mismos puestos que el hombre y hace lo mismo que el hombre, en realidad, ha perdido la mayor de las batallas puesto que, en realidad, se ha convertido en un hombre, es decir, en otro perfecto canalla o sea en un superhombre, en una superwoman.


 

lunes, 24 de junio de 2013

Las superwomans (III)


Decíamos ayer que una jueza de Gavá que seguramente como esas otras 2 que prácticamente han echado fuera de su profesión a un tío que fue  número uno en las oposiciones a judicatura con las que ingresó en la carrera judicial, o esa otra tal jueza Alaya que está metiendo a media Sevilla en la cárcel por haberse los jodidos mangantes del Psoe alzado con el santo y la limosna en materia de las pensiones andaluzas, decíamos ayer, coño, y seguimos diciendo ahora que la justicia es una arma cargada de futuro.


 Porque el futuro, mis queridos señores, es ya presente, el PP se ha hecho, al fin, bajo la exquisita batuta del hombre que ha conseguido ocupar ese cargo que lució el inefable Fraga con mucho orgullo en su amplia solapa, la embajada de nuestro país en Londres, al lograr la mayoría absoluta y la presidencia en el que es, sin duda, el más importante de los órganos que el 2º gallego más ilustre creó, el más supremo de todos los supremos tribunales en la nación cuyos órganos jurisdiccionales han sido más veces reconocidos como los mejores del mundo, por mor del de la Inquisición.


 Si el Derecho es el quicio sobre el que gira la puerta del Estado, todo éste es ya propiedad del PP.


Y esto hay que admitirlo con la mayor de las gentilezas porque lo ha conseguido civilizadamente, esta vez, no como aquellas otras en las que lo hizo con la fuerza de las armas.


 Lo que no es admisible es el encarnizamiento con el que la juez Alaya persigue a muerte a todos esos delincuentes del Psoe mientras sus compañeros de judicatura y fiscalía, los fiscales son los mejores números de las promociones de jueces, hacen de abogados defensores del Sr. Blesa, que el solito se pulió, si son ciertas las cifras de lo que se han tenido que poner para solventar su pufo en Cajamadrid,  23.000 millones de euros, que, por mucho que gran parte de ellos se lo haya llevado el Real Madrid para “alante”, son el mayor daño que nunca nadie haya hecho individualmente a la economía española, por lo que el ahora famoso juez Elpidio debería de haber sido objeto de la erección de un monumento.


 Todas estas mujeres son superwomans no por conocer de asuntos de gran importancia o significación sino por su modo de hacerlo.


 La de Gavá, conociendo lo que Messi significa o representa para todos nosotros, los barcelonistas, para los que es mucho más que un crack, incluso yo me atrevería a decir que un dios, porque nos hace más felices que a cualesquiera otros sus religiones, podía haber llamado a Messi y familia a declarar privadamente, ahorrándole lo que se ha dado en llamar pena de paseíllo, por similar a la que dicen que se impone a los que se les abre el juicio oral penal y se tienen que sentar en el banquillo de los acusados, pero, claro, eso hubiera supuesto todo lo contrario de lo que se pretendía, el escarnio del ídolo de los cientos de millones de fans del Barça, del equipo que le ha arrebatado limpiamente al Madrid la corona de mejor club de fútbol del mundo.


 En cuando a las dos miembras, ya sé que suena mal pero también que así les gusta más a ellas que las llamen, de la Sala de la Audiencia que ha ridiculizado al juez en el que concurren ni más ni menos que las siguientes circunstancias: una, ser premio extraordinario de la licenciatura de Derecho, casi “ná”, número uno en la oposición de ingreso a la carrera judicial, más casi “na” aún, y el tío con los cojones suficientes, incluso algunos dicen que está loco por ello, para atreverse a empurar ni más ni menos que al compañero de pupitre de Aznar, otro, porque el tío ha tenido muchos compañeros de tal clase, en la preparación de la oposición a inspectores de Hacienda y no sólo  eso sino que también las sacaron juntos y fue codestinado con él a una ciudad del Norte, de cuyo nombre no me acuerdo, en la que incluso alquilaron piso en el mismo edificio y en la misma planta, circunstancias casuales que el genocida premió luego haciéndole presidente de la Caja de ahorros más importante de España, como luego se ha visto.


 Pues, bien, ambas señoras magistradas de la Sala han puesto especial empeño no ya sólo en ridiculizar al juez Elpidio José Silva, sino en denigrarlo por completo situándolo mucho más abajo aún que a los pies de los caballos, diciendo con el mayor cachondeo que este juez, con tan brillante curriculum, era una puñetera mierda que copiaba sus argumentos jurídicos, en las resoluciones que dictaba, ni más ni menos ¡QUE DE WIKIPEDIA!


 Y ustedes tal vez digan, “oiga, bueno, no es tan grave” y yo les respondo que sí, que es muy grave, quizá lo más grave que jurisdiccionalmente se haya hecho nunca porque el respeto de los magistrados entre ellos es mucho más aún que sacramental, existiendo en su particular axiología una norma, la primera, que dice: “ay de aquel que se atreva a rozar siquiera a un juez con la más ligera de las plumas del ala de un ángel, más le valiera atarse una piedra al cuello y arrojarse de cabeza al mar”.


 De modo que el exabrupto de estas señoras magistradas contra su compañero de profesión es mucho más que brutal.


 Pero, coño, es que ellas son unas superwomans.


domingo, 23 de junio de 2013

Las superwomans (II)


"A Messi hay que pararlo por lo civil o por lo criminal"-Eduardo Inda, director de Marca, el diario de mayor tirada de España.


Si algo es un juez es una voluntad imperante.


Quiero decir algo mucho más que un ser libre porque puede imponer su voluntad a los demás.


La relación de un/una juez con la Ley es única: hace con ella lo que quiere puesto que tiene la facultad de interpretarla libremente.


Usted y yo, no. Usted lee el precepto no matarás y sabe ya que si lo contradice por lo menos irá a la cárcel; un juez, en cuanto juez, no.


Lo que estoy tratando de decir es que, respecto a la ley, todos tenemos que cumplirla menos ellos. 


Ellos la interpretan e interpretar es descifrar, desentrañar el sentido más profundo de las cosas y una cosa, por ejemplo, es la ley.


 O sea que los/las jueces son, como nosotros, unos aprendices de filósofos en el más corriente sentido de la palabra.


 Cuando son honrados, cuando son sinceros, tratan de saber lo que la jodida ley quiere decir. Porque a veces, ellos/ellas dicen que no ha matado en realidad el que lo ha hecho en defensa propia, por ejemplo, y dejan que el criminal se vaya libre. O el que comete un hurto famélico, por poner otro ejemplo, de una conducta prohibida por la ley penal sin pena.


 Pero, otras veces, estos dueños de la ley son extraordinariamente crueles.


 Tomemos el caso de Messi. Puedo afirmar sin temor a error que todos los que piensan mal de Messi son unos canallas.


 A lo peor resulta, luego, que Messi es efectivamente un defraudador y tengo que comerme todas estas palabras, pero para mí Messi será siempre un niño eterno que juega al balón con una puñetera pelota de trapo en su calle.


 Si ahora resulta que también es un tipo asqueroso que ha montado o consentido que le monten un plan para no pagarle a Hacienda los impuestos que debe de todo lo que gana, seguirá siendo un tipo que juega a la pelota incansable y maravillosamente a la puerta de su casa, que es lo mismo que hacía yo en mi infancia sólo que lo hacía muy mal porque no tenía su talento.


 Messi no ha inventado las leyes, ni siquiera una de ellas. Messi, desde que nació, no ha hecho otra cosa que jugar a la pelota incansable y maravillosamente, si los demás han otorgado a esa facultad que él ha tenido siempre la posibilidad de generar ingentes cantidades de dinero él no tiene la culpa. La culpa fue de aquel maldito tango, ya que él es argentino.


 Quiero decir que Messi no tiene la formación fiscal suficiente ni las ganas ni la tranquilidad para ir por ahí inventando la forma de defraudar al fisco mediante trampas más o menos fiscales como ésas mediante las cuales los que más ganan no pagan nunca a Hacienda como presumía Rodrigo Rato de sus amigos ante la interpelación de otro diputado socialista que le acusaba de propiciar una ley para que sus amigos, los de Rato, no pagaran a Hacienda, "mis amigos", le dijo el ex  director del FMI, "no pagan, no han pagado, no pagarán nunca a Hacienda porque para eso estamos, hemos estado y estarán siempre los expertos fiscales".     


 Y entonces va una juez o jueza de Gavá y le monta un cirio a Messi porque unos funcionarios de Hacienda, seguramente madridistas y que por tanto aborrecen a ese eterno niño que juega incansablemente con su pelota de trapo, le han pasado unos papeles de los que se deduce que el pequeño e incansable futbolista no le paga a Hacienda todo lo que debe, como todos esos otros deportistas que sí que le caen simpáticos a los funcionarios de Hacienda que mucho me temo que sean casi todos madridistas, pero una cosa es que Fernando Alonso defraude al fisco español como también lo hace su gran amigo, también madridista, Rafa Nadal, como también lo hicieron Arantxa Sanchez Vicario y otros tantos que no tuvieron la desgracia de jugar en ese equipo que se quiere ir de España porque dice que aquí le tratan muy mal sólo porque da la puñetera circunstancia de que es mejor que el Madrid, y otra cosa es que lo haga un maldito hijoputa culé.


 Y la puñetera juez o jueza de Gavá dice que a ella todo esto plin que duerme en pikolín y que el que la hace la paga siempre que no sea del PP porque no sólo hay clases sino también leyes y distintas maneras de entenderlas y practicarlas como decíamos al principio y también ayer, porque ella seguramente es una superwoman que quiere cobrarle a Messi la cuenta de ser un jodido hombre, pequeño y feo, pero que juega al fútbol como los ángeles si es que estos jodidos seres no sólo existen sino que también juegan a la condenada pelota, tal como hacía yo tantos años ha que ya no me acuerdo.


 Jodida superwoman.


 

sábado, 22 de junio de 2013

Las superwomans

 


 

 No me cansaré nunca de decir dos cosas: una, que soy el tipo más izquierdista que conozco, o de que tengo noticia, y dos, que soy también el más feminista.


 Toda la felicidad que el mundo, esta jodida vida, me ha proporcionado me ha llegado a través de las mujeres, así como también casi todo el amor; sólo 3 hombres me han aportado el cariño, el afecto que yo, como uno de los seres más desvalidos del mundo, necesito.


 Y todo esto viene a cuento porque todo lo que voy a decir a continuación soy perfectamente consciente de que huele a antifeminismo.


 Y es que la historia de la actuación social de la mujer es casi siempre la de un profundo resentimiento, absolutamente justificado, por supuesto.


 Hay varias leyes materiales que pueden aplicarse perfectamente a lo inmaterial: la de Lavoissier, en la naturaleza nada se crea ni se destruye,  sólo se transforma y la del principio de acción y reacción.


 Decía yo de pasada, el otro día, que la mujer siempre ha estado bajo la potestad de alguien: “in manu patris” o “in manu mariti”, bajo la potestad del padre o la del marido.


 Lógicamente, en virtud del principio de acción y reacción, dentro de su alma se ha generado un espíritu de independencia no sólo natural sino absolutamente necesario.


 Pero, socialmente, todos los sentimientos que se crean nunca desaparecen, luego, espontáneamente, sino que se transforman, así el lógico espíritu de independencia femenino se ha convertido en un fortísimo sentimiento reactivo antimasculino, que no es sino el natural y compensatorio al sentimiento de posesión y paralela sumisión que siente el jodido macho de la más jodida aún especie.


 E igualmente como se heredan, según las leyes de Mendel, las características que constituyen los distintos biotipos, asimismo se ha ido heredando, de generación en generación, ese sentimiento animadversivo de ir a por el hombre, generando una predisposición irreprimible de atacar al hombre que de alguna manera se les somete, en un intento reactivo de compensar aquellas terribles y antinaturales situaciones históricas.


 Y lo peor de esto es que la mayor parte de las veces este sentimiento feminista es absolutamente inconsciente.


 Las mujeres suelen admirar, y mucho, a los hombres que se lo merecen pero lo hacen a su manera, es decir, los admiran, sí, pero a pesar de ser hombres.


 "Mis" mujeres, todas las mujeres de mi vida, aunque tal vez debería denominar "mis señoras", a las que, como ya he dicho, debo lo poco de felicidad que ha habido en mi vida, me han querido y bientratado a pesar de ser hombre. Sólo una de ellas era mi madre real pero todas se han comportado conmigo como si también lo fueran.


 Alguna me han querido y se han sacrificado por mi mucho más que mi auténtica madre.


 ¿Por qué? Porque yo he sido siempre un tipo evidentemente desvalido y eso ha propiciado la expresión de sus sentimientos maternales.


 He vivido ya toda mi existencia y a lo largo de ella sólo 3 jodidos hombres se han comportado conmigo tan generosamente, con esa anulación de su propia identidad e intereses, en virtud de su afecto hacia mi.


 Pero ese afecto y ese altruismo, tan reales de por sí, estaban lastrados por una suerte de conmiseración, lo sentían y lo practicaban a pesar de que yo con mi absoluto desvalimiento-siempre he mantenido intacta mi condición infantil-era un jodido miembro de la casta maldita, los varones.


 Y todo esto para decir cómo últimamente he presenciado como 3, por lo menos, superwomans, se han cebado judicialmente, con verdadero encarnizamiento, desde su estrado de jueces, con aquellos varones que han tenido la suprema desgracia de sentarse frente a ellas jurisdiccionalmente.


 

miércoles, 19 de junio de 2013

Hamlet, El Quijote, El proceso, Joseph K, Garzón, Elpidio José Silva, Neymar y Messi (I)


 Anarquismo, nihilismo, escepticismo, positivismo, objetivismo, realismo.


 Estamos, todos, inmersos en la más sangrienta de las batallas que, además, es absolutamente decisiva y no sólo no participamos en ella sino que ni siquiera la percibimos.


 Franz Kafka, junto con Shakespeare y Cervantes, que conocieron como nadie la puta naturaleza humana, dedicaron todas sus puñeteras vidas a intentar describírnosla pero su intento fue una especie de gratuito “divertimento” porque ellos, en su afán de artistas, se preocuparon, y mucho, de acentuar, de sobreponer lo artístico sobre lo real, olvidando, u obviando, la suprema advertencia de ese poeta menor, junto a ellos, que fue Jaime Gil de Biedma, el primo de la cólera de Dios, cuando, enfermo mortal de sida, nos dijo aquello de “ojo, que la vida va en serio”.


 Y tan en serio, coño. Junto a lo que le está ocurriendo a Elpidio José Silva y lo que le sucedió a Garzón, El proceso de Kafka, el Hamlet de Shakespeare y el Quijote de Cervantes no son más que eso, unos jodidos “divertimentos”, escritos por unos puñeteros “dilettantes”, que se aburrían mortalmente porque no tenían otra cosa mejor que hacer.


 Porque escribir unos folios sobre la angustia que experimentaba un tío que se sentía objeto de un proceso judicial, del que no sólo ignoraba su naturaleza sino también el motivo y el tribunal ante el que se tramitaba, es realmente un juego de niños si se compara con la realísima angustia de unos hombres que son, o fueron, objeto de un proceso real, concreto, mortal, que les están tramitando, o tramitaron ya, no unos seres absolutamente desconocidos, por un motivo más desconocido aún, sino sus propios compañeros de profesión, cuyas artes y procedimientos ellos conocen mejor que nadie porque los han practicado ellos también durante toda su jodida vida profesional, o sea, coño, que ellos saben, o sabían, que la cosa iba en serio, tan en serio que se estaban jugando su propia y puñetera vida.


 Junto a la angustia real de un tío que sabe que lo que está en juego es su jodida, su puñetera vida, el sueño, la pesadilla de un ingente poeta no es más que eso, poesía, un juego que si no es de niños, casi.


 De pronto, una mañana, Garzón se halló con que una serie de familiares de las víctimas de Fanco le llenaron las mesas de su juzgado de querellas contra ni más ni menos que el franquismo, siendo éste la base piramidal de la justicia que él mismo, Garzón, ejercía, practicaba.


 No, desgraciadamente, no era un mal sueño, lo que se dice una pesadilla, sino el hecho más concreto y real que pueda producirse, ser juez de instrucción en España y que una serie de personas absolutamente desamparadas que no encuentran los restos de sus padres, hijos o hermanos, se planten ante ti y te digan: “eh, juez, deja  ya de ocuparte de cosas menores y coge de una puñetera vez el que es sin duda el proceso más importante de España, en el que lo que se va a juzgar no es si fulanito le debe a menganito tantas pesetas, sino qué es y cómo es el sistema político que nos gobierna”.


 Decía yo ayer que Garzón y Elpidio están locos y me equivocaba radicalmente. Lo que ocurría, cuando ellos se decidieron a intentar cumplir con una obligación que justificaría para siempre sus propias vidas ante ellos mismos, es que estos dos hombres se encontraron en la más jodida de todas sus encrucijadas y no tuvieron más "güevos" que decirse “o me doy de baja como ser humano o cumplo con una obligación que yo asumí un día voluntariamente y por la que llevo cobrando y muy bien un montón de años”.


 La mayor parte de los asquerosos seres humanos que poblamos este inmundo charco hubiera dictado un auto en el que se dijera ese jodido “no ha lugar” y se hubiera ido al bar de la esquina a tomarse unas cañas.


 Pero estos 2 sujetos no son de esa condición. ¿Dignidad profesional, amor propio, soberbia? Sí, efectivamente, un poco, o un mucho, de todo ello, el caso es, o fue, que dictaron aquel jodido auto admitiendo a trámite la o las querellas.


 Y así comenzó su calvario. En España los molinos del franquismo no son tales sino auténticos gigantes que, además, son invencibles no sólo porque juegan siempre en su propio campo, sino porque además todos ellos son árbitros y jugadores al mismo tiempo, o sea que es absolutamente imposible ganar.


 Y ellos dos, los muy jodidos, lo sabían mejor que nadie porque ambos participaban, todos los canallescos días de su vida en la dichosa trama.


 Por eso su conducta, además de suicida, es heroica, no poética, porque no hay poesía donde anidan todos los bajos instintos del alma humana sino que constituye una de las cimas de la literatura dramática.


 Lo dos sabían, saben, que iban, que van a morir pero no podían, no pueden, hacer otra cosa. No se trata del destino de Tántalo, ni de Sísifo, sino el todavía más jodido aún de Prometeo, saber que están haciendo todo lo posible por liberar a los hombres de la peor de sus esclavitudes, la jurídica, y que todo su ingente y desesperado trabajo no sólo va a ser completamente inútil sino, además, contraproducente, porque cuando ellos concluyan su tarea, el ciudadano, el hombre, todavía estará más encadenado aún a su jodida roca.


 Y, sin embargo, lo tenían, lo tienen, que hacer y lo hicieron y lo hacen, sabiendo como sabían, como saben, que su destino es el más triste del mundo, no sólo la derrota en una batalla que nunca podrían ganar, sino que el oprobio y la deshonra, todo lo formal que se quiera, pero deshonra, al fin, les acompañarán para siempre, ya que, a partir de ahora, sus vidas serán las de unos fantasmas sobre cuya existencia real se dudará siempre.


 

martes, 18 de junio de 2013

Canción triste en el Palacio de Justicia o ¿por quién doblan las campanas?


    El juez Elpidio José Silva

http://www.eldiario.es/politica/Blesa-denuncia-victima-judicial-CGPJ_0_144186114.html

 Hace ya la friolera de 3 años que escribí mi post “Réquiem por el juez Garzón”, hoy, sería demasiado fácil escribir otro titulado “Réquiem por el juez Elpidio José Silva”, del que ya escribía yo el otro día que la suya era la crónica de una muerte anunciada, pero, por seguir utilizando estas frases hechas, que son, por otra parte, tan expresivas, voy a utilizar ahora no una sino dos de éllas: “canción triste en el Palacio de Justicia” y “¿por quién doblan las campanas?” Y ya, de antemano, les anuncio que doblan por todos nosotros.


 Yo no sé lo que han sentido todos ustedes cuando han leído todos esos párrafos que el juez Silva ha escrito y que constituyen el más terrible de los alegatos que nunca jamás se haya escrito en el mundo por un juez.


 Y claro está que no tenía más remedio que escribirse en España, porque, se lo aseguro, no hay otro país en el mundo civilizado, en el que la justicia sufra tanto escarnio como aquí.


 Pero hay algo que voy a anticiparles a ustedes, leo una a una todas sus palabras y les juro por mi vida que no las creo, porque me parece imposible que un hombre en esa posición se haya atrevido a escribirlas porque ahora, sí, ahora sí que es inevitable ya su sacrificio en ese ara del altar vacío desde que en él se oficiara el de Garzón.


 Lo que, aquí, en España, ellos han dado en llamar justicia, ya no tiene otro remedio que ejecutarle porque, si no, esto significaría que tiene razón y, al día siguiente, habría que cerrar todos esos teatros en los que se escenifica el peor de los simulacros.


 Porque son simulacros todos esos solemnes actos en los que se dice que se imparte justicia. Nunca se hace así incluso en aquellos procesos en los que la justicia formal coincide plenamente con la real porque esto sucede entonces por pura coincidencia porque el espectáculo está montado con otras finalidades muy distintas.


 La justicia oficial no tiene por objeto ni mucho menos hacer que se satisfaga esa natural aspiración del cuerpo social a que el orden natural de las cosas coincida con la realidad. 


 Ni una sola vez sucede así de modo que cuando las leyes cumplen con su natural función de que el orden sociopolítico coincida con la realidad que aquéllas pretenden tutelar se hace incluso con cierta irrisoria destemplanza.


 Y, así, hemos visto que cuando ha sido necesario que el Tribunal Supremo cambie su doctrina jurisprudencial para que el mayor banquero del Reino no sufra una justicia que estaba ya cantada por el pueblo, el más alto de nuestros tribunales no tuvo empacho alguno en cambiarla.


 Y así “ad infinitum”.


 Por eso, a los que sabemos de qué va esta cosa, nos causa tanta extrañeza que miembros tan consagrados ya de la trama, que ocupan un puesto relevante en la administración de justicia del país, cometan esta locura increíble de enfrentarse abiertamente contra ese mismo inatacable sistema del que forman parte indisoluble.


 Ni Garzón ni Silva han podido pensar siquiera en que les iban dejar actuar impunemente así.


 ¿Se han vuelto locos, entonces? 


 Yo creo que sí.


 Y es que la locura está muy cerca de todos estos hombres que se han acostumbrado a que lo que ellos dicen sea un auto de fe sacramental, algo mucho más que un dogma puesto que goza de la fuerza coactiva de todo el poder del Estado.


 Nadie puede acercarse tanto al fuego íntimo del Poder sin quemarse en el intento.


 Y, una vez locos, lo más probable es que pierdan el sentido de las proporciones y crean realmente que ellos son en sí mismos el más fuerte de todos los poderes del Estado y entonces, como esas polillas suicidas, se acercan demasiado al poder y arden en un instante con un fulgor destelleante.


Por ahora, sólo son dos casos, Garzón y Silva, pero es extraño que este drama tan grotesco como significativo no suceda con más frecuencia, porque el poder consume al que lo ejerce como la más activa de las llamas.


 


domingo, 16 de junio de 2013

Tristes ausencias


 Un ensayo sobre el amor propio.


 Amor propio es el amor que uno se tiene a sí mismo.


 Parece algo de lo más natural pero no lo es.


 Dicen que el amor es ciego, pero no lo es tanto.


 Nos amamos tanto porque nos novelamos, o sea, hacemos una novela con nuestra propia vida, en la que el personaje principal, nosotros mismos, es realmente apasionante.


 Y creo que hemos llegado al punto neurálgico de la cuestión. Cada uno de nosotros piensa de él que es un tipo realmente interesante cuando realmente no es más que un pobre hombre o una pobre mujer.


 Y, entonce, cuando los demás nos tratan como ellos realmente nos ven, estallamos en cólera y lo mejor que hacemos es romper con ese tipo tan avieso que piensa tan mal de nosotros.


 Pero ¿quién tiene razón, ellos o nosotros?


 Ésta es la pregunta cardinal porque, en lugar de responder, como es debido, ellos, todos, sin excepción, creemos que somos nosotros lo que tenemos razón en ese debate que se abre con los demás respecto a nuestra propia personalidad.


 Y, ahora, es absolutamente indispensable abrir el debate sobre el concepto del valor, o sea, establecer una jodida escala de valores, una axiología.


 Para unos, el valor rey, el valor principal, es la libertad, para otros, la igualdad y para mi, la justicia.


 De modo que los hay que se autojustifican pensando que ellos no le deben nada a nadie porque son libres.


 Y otros que creen sinceramente que hacen más de lo que deben porque, a pesar de que son tan diferentes, aceptan que los otros los traten como iguales.


Pero los hay también, más bien pocos, que pensamos que el valor supremo de todos los valores es la puta justicia.


 Y no la jodida justicia individual, propia y exclusiva, ésa que se concreta en aceptar cada día que lo que tenemos no es más que lo que merecemos, no.


 La auténtica justicia es la universal, la de todos, aquélla que atribuye a cada uno de nosotros lo que realmente le pertenece.


 Y esta justicia es sagrada porque en ella se basa el correcto funcionamiento del universo.


 Pero es casi inalcanzable porque se opone pugnazmente al jodido amor propio.


 ¿Hay realmente alguien que no tenga amor propio?


 No. Todos lo tenemos e incluso es bueno que así sea porque, si no, el asco que nos tendríamos tal vez fuera insoportable porque es muy duro, por las noches, cuando te aseas para irte a dormir, ver a aquel tipo delante de ti, y pensar y saber que es un individuo realmente repugnante.


 Y no sólo se acepta sino que se considera un tipo verdaderamente insuperable.


 Y no es más que una asquerosa piltrafa humana, que no tiene de tal más que la apariencia porque ser humano significa cumplir a rajatabla la máxima de Terencio: “homo sum, et nihil humanum me alienum puto”, soy hombre y pienso que nada humano me es ajeno.


 Sí, está bien, pero ¿cuál es la esencia de la humanidad?


 La esencia de la hombreidad, si se me permite el palabro, es precisamente ésta: ser hombre y serlo significa que todo lo que le hace distinto a los demás animales alcance en él su plenitud.


 O sea, si es un animal político, según el padre de todos nosotros, los que pensamos, actuar en todo momento como tal, como sujeto activo y pasivo de un ser esencial, eminentemente colectivo, lo que, de contrario, supone renunciar para siempre a su jodida individualidad, o sea, coño, renunciar de una puta vez a su egoísmo, a su rabioso amor propio.


 O sea, ser, sobre todo, para los otros, para los demás.


 Coño, que parece que me ha salido algo así como una de las partes del resumen de los mandamientos, aquello de amar a Dios sobre todas las cosas y el prójimo como a nosotros mismos, amén, pero no es eso, no es eso, como diía Ortega.


 Mañana, si puedo, seguiré desarrollando el tema que ya será interesante porque iré repasando, uno por uno, todos los personajes con los que me he cruzado por aqui, en la red y que son ya muchos e interesantes, para bien o para mal, cada uno de ellos ha tenido una influencia decisiva en que yo me comporte como lo hago.


 

viernes, 14 de junio de 2013

Asesinos y asesinos


                                    El celador de Olot.

 Estoy intentando encontrarle un sentido a la vida, desentrañar lo que ocurre porque, si no lo hago, todo será como decía el jodido Shakespeare, una historia llena de ruido y de furia narrada por un idiota y yo me niego rotundamente a participar en una cosa así.


 De todo lo que he leído últimamente lo único que tiene sentido es la conducta de ese asesino múltiple, el celador de ese asilo de ancianos de Olot, que iba dando muerte a los que cuidaba, y según él, amaba, y al que un jurado popular ha declarado culpable de asesinato.


 Por eso, parodiando a Hamlet, escribo: creer o no creer, o pensamos que esta jodida vida que sufrimos tiene un sentido o, si no, cogiendo el instrumento que tengamos a mano, ir haciendo, en la medida de nuestras asquerosas fuerzas, lo poco que podamos.


 Yo, hoy, me siento un poco como el asesino de Olot. Mi mujer sigue avanzando en ese camino sin retorno que es el alzheimer. ¿Qué sentido tiene lo que estamos haciendo, no hay un sólo minuto del día en que esté tranquila, parece como si miles de demonios se hubieran apoderado de su cerebro y se dedicaran a machacarla en todos los sentidos y a cada instante?


 Entonces, ¿qué sentido tiene prolongar una existencia que no supone sino el ingente dolor que le producen no sólo sus delirios sino también esa consciencia que, a veces, la aflige de su propia situación?


 He hablado del asesino múltiple de Olot, que los médicos han declarado sano y normal y al que, por tanto, no se le podrá aplicar la eximente completa de enajenación mental, pero también podría mencionar ahora a uno de mis personajes favoritos, Arthur Koestler, el autor del maravilloso El cero y el infinito, que sentó a su mujer frente a él, el salón de estar de su casa, y consumieron el número de pastillas somníferas suficientes para irse al otro mundo sin dolor, fieles a su militancia en un grupo partidario de la buena muerte que creo que se denominaba a sí mismo “Exit”.


 No es nueva esta querencia mía sobre el suicidio. Hace ya 50 años que mi comedia El suicida fue finalista del premio Arniches de Teatro del Ayuntamiento de Alicante. 


 Entonces, como ahora, pienso que, como nos dijo Albert Camus, autor de una de las novelas que más admiro: El extranjero, (en la que nos demuestra el absoluto absurdo que es esta jodida vida), que el suicidio es la única salida noble y lógica de esta existencia.


 Porque ¿qué sentido tiene que sigamos haciéndoles el juego al canallesco Rajoy y al no menos canalla Rubalcaba, soportando una existencia que sólo a ellos beneficia, puesto que los ratifica en las cumbres de esas dos pirámides de la ignominia que son el PP y el Psoe?


 Ya que, según parece, no somos capaces en absoluto de hacer lo que nos aconsejaba Hamlet, de rebelarnos contra la injusticia y haciendo armas contra ella, rebelarnos y acabar con ella, quitémonos de en medio limpiamente, o sea, voluntariamente, como han hecho ya esos 4.000 griegos y esos casi 5.000 españoles que nos han precedido por el único camino que parece que nos queda. 


 Lo contrario no es sino esperar la muerte mansamente como los cerdos, chapoteando asquerosamente en el fango.


 

miércoles, 12 de junio de 2013

La doble o triple moral de la derecha respecto al hecho del nacimiento humano.


                  Carlos Cano y Marinaleda

 El "nasciturus", el que va a nacer, se tiene por nacido a todos los efectos que le sean favorables.


 Qué buenas son las madres ursulinas, qué buenas son que nos llevan de excursión.


 ¿Por que se lleva la protección al que va a nacer hasta el extremo de condenar a muerte a la madre, y al crío, una vez nacido, se le desprovee de todos los derechos que le harían igual al resto de los nacidos?


 Para la ultraderecha nazi francofascista, la sociedad se fundamenta en dos esenciales derechos: el de propiedad y el de sucesión.


 Cuando el influjo del axioma de Lampedusa no había surtido todos sus hipócritas efectos, los legisladores definían a la propiedad como el derecho de usar, disfrutar e incluso destruir la cosa objeto de dicho derecho: “utendi, fruendi atque abutendi re sua”, nos decía aquel derecho tan civilizado que fue el romano. Era semejante a ese otro salvaje derecho que hacía a la mujer mera propiedad del marido "omnia que mulieris fuerunt viri fiunt", todo aquello que fue propiedad de la mujer pasa a serlo del marido, y que no era sino la directa consecuencia de que la mujer siempre esta en manos de otro, "in manu patris", en la mano del padre, o "in manu mariti", en la del marido,lo que culminaría en el salvaje "la maté porque era mía".


 Lo que estoy tratando de decir pero seguramente lo digo tan mal como siempre, o peor, es que esta canallesca y criminal gentuza, que es la que hace las leyes, lo realiza siempre arrimando el ascua a su asquerosa sardina porque a mí me parecería muy bien que, con objeto de tener más súbditos y fieles, tanto Estado como la Iglesia fomentaran la natalidad que no otra cosa es ese desmesurado interés por proteger los derechos del "nasciturus" si no fuera por el absoluto desinterés que muestran ambos en ese mismo sentido cuando dejan de proteger descaradamente al que era "nasciturus" cuando ya ha nacido y entonces en lugar de considerarlo acreedor a un derecho igual de propiedad al de cualquier otro hijo de vecino sólo por el hecho de haber nacido sin haberlo pedido él, se le condena a la desigualdad y a la miseria por mor de ese conjunto absolutamente canallesco que forman el bienio maldito de la propiedad y su complemento la sucesión.


 Y que conste que soy plenamente consciente de que me estoy enfrentando no sólo al pensamiento radical de la peor de las ultraderechas sino incluso al de las benditas clases medias que se horrorizarían sólo al pensar que un gobierno decente dejara de tutelar para siempre el derecho de sus hijos a ocupar por las buenas los bienes raíces que ellos habían adquirido con el sudor de sus laboriosas frentes.


 Los bienes raíces, o sea el derecho de propiedad sobre la superficie de la Tierra, es, en mi modesta opinión, el origen de todos los males que nos afligen porque para apropiárselos, toda esta canallesca gentuza que gobierna el mundo ha tenido que crear un derecho “ad hoc”, es decir, sacarse de la manga un derecho inexistente porque yo, por supuesto, tengo, y exijo, que el dinero que yo gané con mi trabajo en 6 sitios a la vez, vaya a parar a las muy necesitadas manos de mis hijos, dos de los cuales son enfermos graves e incurables, pero a lo que no puedo aspirar yo, ni nadie, es a que, con ese dinero, yo adquiera para siempre, para toda mi dinastía, uno o varios trozos de la superficie de la Tierra, porque ésta pertenece por igual a todos los que han nacido sobre ella y que por el mero hecho de haber pasado de “nasciturus” a “nacidos en realidad” no pueden perder todos esos formidables derechos que tenía para vivir aquél que sólo era una esperanza de vida frente a una criatura ya nacida y en plenitud de posibilidad de crecer y desarrollarse y no condenada a morir de hambre y de frío en los arrabales de una de nuestras inmensas y siniestras ciudades.


A esto creo que algunos lo llaman comunismo, yo pienso que sólo es derecho natural, o sea, uno de los derechos inalienables que el hombre adquiere sólo por el hecho de nacer, o sea de que lo arrojen en medio del mundo contra su voluntad y no como mano de obra lo más barata posible para sus  abusivas empresas sino como un ciudadano que puede disponer de los bienes que constituyen la superficie de la Tierra en igualdad de condiciones con sus otros coetáneos, sin que nadie le pueda expropiar de este derecho nunca. O sea que propiedad exclusiva del dinero y de los bines de uso y consumo, sí, de los llamados bienes raíces o inmuebles, no, éstos serán siempre de la propiedad del Estado u otras entidades públicas y serán también siempre de uso y disfrute común, al menos  teóricamente.


¿Comunismo? Pues, sí, a lo mejor.


 Después de haber escrito el post anterior, al ir a buscar un encarte gráfico para él, he hallado este texto que no me resisto a incluir aquí:


 "Por su misma naturaleza, la tierra es propiedad común y nuestras leyes y tradiciones ya dan testimonio reconociéndola como tal. De hecho, esto se ha reconocido ampliamente por un número sorprendente de pensadores grandes de muchas culturas.


El principio de "dominio eminente" afirma la demanda superior de la sociedad a la tierra. La constitución del estado de New York (USA) declara: "La gente del Pueblo, en su derecho de soberanía, poseen la original y última propiedad en a a todas la tierras entre la jurisdicción del Estado." Ley Inglesa y Americana reconocen generalmente propiedad absoluta de bienes - pero no de tierra. La ley se trata del "dueño" de tierra como un terrateniente - tierra se mantiene baja la soberanía del pueblo y es sujeto a sus condiciones.


Para alcanzar el estado de propiedad común de tierras, Henry George proponía que la renta de tierra se pague a la comunidad. Este pago expresa la cantidad exacta que satisfaría los derechos iguales de todos los miembros de la comunidad. Los individuos mantendrían sus títulos a la tierra, y su garantía de tenencia y posesión segura. Este método de hacer la tierra "propiedad común" también se puede llamar "propiedad privada condicional de tierra" (con pago de la renta a la comunidad), al contrario de "propiedad privada absoluta de tierra" (con la renta guardada en manos privadas)". http://www.prosperidad.org/reme1.htm

martes, 11 de junio de 2013

Una tan larga victoria


 


 Hace ya 84 años, llevo bien la cuenta porque éste es el año en el que nací, que Wall Street, el Sancta Sanctorum del capitalismo mundial, hizo crack, de una manera tan estrepitosa que todavía se recuerdan aquellas estremecedoras imágenes de la gente saltando al vacío desde los rascacielos usanianos.

 Y fueron estas tan espantosas imágenes las que obligaron a un tío que se llamó Franklin Delano Rooselvet, cuando conquistó la presidencia de aquella república, a adoptar unas medidas tan señaladas que se llamaron el New Deal, el nuevo trato, ¿nuevo tratamiento o nuevo pacto?, mediante la adopción de medidas decididamente intervencionistas del Estado federal.


 Entonces, como ahora, el liberarlismo-pero ¿cómo coño se permite que este viejo cáncer invada una y otra vez todas las partes del cuerpo social hasta pudrirlo completamente?-había conseguido dos cosas extraordinariamente significativas: 


 1) que la economía estadounidense sufriera diversos desequilibrios, principalmente en el reparto de la riqueza y los recursos: treinta y seis familias ricas poseían unos ingresos equivalentes a los del 42% de la población;


 


2) de 27,5 millones de familias, 21,5 no poseían ninguna clase de ahorros.


 ¿Les recuerda algo a ustedes esta canallesca situación?


 A ésta se llega, querida amiga mía Lucía/Lisístrata, mediante el ejercicio de una atroz libertad que permite al rico decirle a tipo que va a entrar a trabajar en una de sus fábricas: “éste es tu misérrimo salario, si quieres, lo tomas, y, si no, lo dejas”.


 Y el asalariado lo toma porque, si no, sus hijos no sólo no tendrán nada para comer ese asqueroso día sino que tampoco tendrán ese galpón que el generoso de su jefe habrá habilitado para que todos sus empleados vivan allí, hacinados y revueltos como las propias bestias, Las uvas de la ira, novela de John Steinbeck, luego llevada al cine por John Ford, con una magistral Henry Fonda, en el papel estelar.


Y algunos liberales a ultranza me dirán "oiga, que v. no dice nada de que aquel pueblo tan duramente golpeado entonces,  ahora es el mejor situado en el escalafón del bienestar social de todo este jodido mundo”


 Y claro que no lo digo porque no es verdad y yo nunca he dicho una sola mentira en mi puñetera vida.


 El Estado norteamericano ha conseguido reducir aquellos escandalosos porcentajes entre riqueza y miseria que enumerábamos antes pero lo ha hecho mediante dos procedimientos absolutamente criminales:


 1) aumentando exponencialmente el número de familias multimillonarias y


 2) aumentando también de la misma manera el número de familias necesitadas para que aquéllas tangan siempre mano de obra barata.


 Y todo ello mediante el más canallesco de los hechos históricos de la humanidad: hacer que el resto del mundo sufrague el relativo bienestar de su pueblo, al hacer que todos los ciudadanos del mundo paguemos una gran parte de su deuda pública a fondo perdido.


 De manera que hoy, ahora, son los griegos los que, en una cantidad que sobrecoge, han engrosado la lista de los suicidas: 4.000.


 En España nunca jamás sabremos el número siquiera aproximado de nuestros suicidas porque aquí la libertad de expresión-¿te suena esto a algo?, mi querida Lucía-sólo existe a favor de los todopoderosos multimillonarios que hacen que sus medios publiquen no sólo lo que los beneficia a ellos sino también lo que perjudique a todos los que luchamos bravamente porque lo que está sucediendo se sepa.


 Y es que la libertad sólo sirve para eso: para que el pueblo sólo tenga acceso a aquello cuyo conocimiento le perjudica porque no sólo ciega su pensamiento sino que también anula su voluntad, no por nada sino por la vigencia de aquel maravilloso aserto filosófico “nihil volitur qui precognitur”, no se puede querer sin conocer, de manera que sólo nos dejarán que sepamos todo aquello que sirve para esclavizarnos aún más, los polvos que echa a la semana una buena señora o los goles que meten los domingos los jodidos héroes de ese puto día.


 Si esta es la jodida libertad de estos señores, que se la metan por el culo, si es que les cabe.


 

lunes, 10 de junio de 2013

Intentando debelar de una puñetera vez eso de que el fútbol, u otro deporte, no tiene nada que ver con la política.


 


 


 Según el axioma aristotélico, todo es política, desde el acto presuntamente inactivo de dormir hasta la actividad cuasi frenética de un agitador revolucionario.


 Porque dormir es el acto reparador de energías para la acción del día siguiente y la prueba está en que los chinos dictaron una ley que prohíbe engendrar y tener más de un hijo, o sea, que allí la actividad politica se ha inmiscuido hasta en la más íntima de nuestras accciones. 


 O sea que Orwell comienza a estar no sólo desfasado sino que nos parece incluso rudimentario: no es necesario instalar en nuestras habitaciones cámaras de televisión sino que basta con situarlas en las leyes.


 Desde aquí, lo juro, estoy leyendo ya las interjecciones de Lucía/Lisístrata, auténtica punta de lanza en la defensa de la libertad.


Pero es sólo porque yo sigo explicándome tan mal que hago que hasta Aristóteles, seguramente el pensador más importante en la historia de la humanidad, parezca un Goebbels o un Relaño. O un Rubalcaba.


 Cuando Aristóteles afirmaba, como primera premisa de su teoría política, que el hombre es un "zoon politikón", un animal político, no inventaba nada, no teorizaba, se limitaba a recoger lo que la observación directa de la realidad le imponía.


 El hombre es el único animal dotado de la facultad de locución pluscuamperfecta, tanto que no sólo puede dialogar sino incluso escribir poesía, algo que va mucho más allá de la expresión científica.


 Si la naturaleza ha dotado a cada uno de sus elementos de los órganos y funciones necesarios en orden a su modo de vivir, no cabe duda de que el hombre fue producto de una necesidad política, de polis, ciudad, agrupación ciudadana de individuos para vivir mejor.


 Y esa necesaria convivencia impone sus leyes absolutamente naturales, primero, luego vendrán las artificiales.


 Papini nos decía que el hombre debería de esconderse para comer como lo hace para defecar. O para fornicar, aunque esto último parece que ha desaparecido ya como exigencia gracias a la pornografía.


 Pero hasta la defecación y el ejercicio de la actividad sexual tienen que ser regulados por la polis, por la política, si no queremos que se produzca el caos.


 Y el caos serían océanos de mierda invadiendo las ciudades o las costuras del Estado chino reventando más allá de cualquier límite racional si sus 1.400 millones de habitantes procrearan libremente.


 Así las cosas, creo que hemos demostrado, más o menos matemáticamente, que no hay, no puede haber nada que escape a su consideración como acto político.


 Y entonces, vienen esos jodidos hipócritas, esos ventajistas políticos encabezados por tipos como Franco, Hitler, Mussolini “et alteri” y gritan y actúan como si ellos mismos no estuvieran haciendo política, pero la peor de las políticas puesto que lo que quieren es situar al fútbol en un limbo político en el que ellos puedan seguir manejándolo exclusivamente propugnando su ley política del silencio: HAY QUE SEPARAR AL FUTBOL, Y AL DEPORTE EN GENERAL, DE LA POLITICA, al propio tiempo que ellos, así, mediante esta postura excluyen a una importantísima en cuanto superpoblada afición, del ámbito del análisis político para que los regímenes más canallescos y los tiranos más repugnantes hayan hecho de su capa un sayo, gobernando un mundo superpoblado a su exclusivo antojo, impidiendo, hasta ahora con éxito, que los pensadores auténticos vengan hasta el fútbol, por ejemplo, y demuestren que Videla y sus compinches utilizaron el éxito de la selección argentina tan canallescamente a su favor como Franco los éxitos del Real Madrid y Hitler los de sus olimpiadas, para tapar, por lo menos ante sus más iletrados compatriotas, las ingentes tropelías políticas que estaban cometiendo, o sea que el fútbol, el deporte en general, sí que podía se utilizado políticamente pero únicamente por ellos.


 Es por todo esto por lo que a mí me asombra un poco que todavía esta gigantesca mentira, este canallesco camuflage tenga todavía tanto éxito y por ello cuando veo a un pretendido “intelectual” y además autoproclamado progresista que preconiza la exclusión del fútbol o cualquier otro deporte del análisis sociopolítico, me entran ganas de vomitar de puro y puto asco.


 

sábado, 8 de junio de 2013

Sobre dioses, tumbas, jueces....(III)


 Cuando, hoy, he leído dos noticias, han acudido a mi cabeza dos de esas frases lapidarias, “consumatum est”, todo se ha acabado, “lasciate ogni esperanza”, abandonad toda esperanza, lo que Cristo dijo antes de morir en la cruz y la frase que el Dante hizo figurar a la entrada de su infierno, y las noticias eran que la extrema derecha ha tomado por asalto el Tribunal Constitucional y que los fiscales van a sustituir a los jueces en la instrucción de los procedimiento penales.


 Son noticias que para los legos en la materia, es decir, para aquellos que no tienen idea de lo que es realmente la justicia española son, seguramente, dos noticias más y, por desgracia, no es así, ambas noticias son el certificado de defunción de cualquier atisbo de justicia en la sociedad española.


 Y los no legos, o sea, todos aquellos que sí que tienen una idea más o menos aproximada de la injusticia que reina en nuestra sociedad, me dirán “pero, coño, Pepe, ¿qué dices, es que hay en nuestra sociedad actual el menor atisbo de de justicia?”.


 Titulaba yo uno de mis posts, estos últimos días, “Montesquieu, el embustero”, o algo más o menos así. Y me basada en que el tío sabía aún mejor que yo que en los Estados modernos no existen tres poderes equivalentes sino uno sólo, que todo eso de legislativo, judicial y ejecutivo no es sino el cuento de la buena pipa.


 Si un poder tiene el privilegio de pagarle a los funcionarios que constituyen los otros su estipendio, no cabe hablar, en buena lógica económica, de ninguna clase de independencia.


 Y esto sin tener siquiera que recurrir al principio básico del marxismo: todo es economía sino tan sólo al menos común de los sentidos.


 Y esto, que sólo son elucubraciones más o menos metafísicas, en este jodido país de todos nuestros pecados, es una evidencia palmaria.


 Como decía ayer o antes de ayer un magistrado en Barcelona en un congreso o simposio jurisdiccional, sólo el 10% de los jueces españoles son demócratas, relativamente, con esa democracia que un juez, como funcionario especialísimo, puede asumir, del resto, la mitad pertenece al Opus Dei y los otros, decía, todavía son aún más conservadores.


 O sea que justicia, lo que se dice justicia, como nos decía Ulpiano, eso de dar a cada uno lo suyo, es matemáticamente imposible aquí,  porque para los del Opus, lo suyo es de Dios, y todos los demás, a joderse, como decía la cachorra de Fabra, y en cuanto a los falangistas confesos y franquistas practicantes, lo suyo es lo de ellos, en particular, o sea que toda España les pertenece como lo que realmente es, su puto cortijo.


Pero quedaba una pequeña, infinitésima esperanza, de que entre tanto  juez ultraderechista se filtrara una sentencia justa que pugnara con los intereses de la ultraderecha: que tu jodido pleito le cayera por reparto a uno de aquellos jueces del 10 por ciento de cuasi demócratas y que, luego, cuando los fascistas del carajo, vencidos en las instancia ordinarias, recurrieran al Tribunal Constitucional, le tocara como ponente uno de sus componentes no ultraderechistas.


 Ahora, con la invasión de este altísimo tribunal por los fascistas, esa remotísima posibilidad ha desaparecido y, por si fuera poco, a partir de la próxima reforma legislativa de la jurisdicción penal, la instrucción de esta clase de procedimientos corresponderá al fiscal, y ustedes, señores legos en la materia, ¿saben lo que es el ministerio fiscal? 


 Por si no lo saben, yo se lo digo: el ministerio fiscal es el brazo armado del ministerio de justicia, o sea, del jodido Gallardón, ese ministerio que cesó fulminantemente al fiscal jefe de Catalunya sólo porque dijo que a él le parecía tolerable que hubiera gente catalana que quisiera  tener el derecho a decidir sobre la independencia.


 Imaginense ustedes a unos tipos de esta clase instruyendo los procesos penales: cuando el encausado sea  uno de ellos, como ahora sucede con el tal Blesa, el presidente de la Caja de Ahorros de Madrid, que hizo siempre con el dinero de todos los españoles lo que le salía de los cojones ya que para eso lo había nombrado su compañero de pupitre y de oposición, Aznar, es el puñetero fiscal que teóricamente debería de llevar la acusación, no sólo el que pide que lo absuelvan sino que le mete al juez que lo imputa una querella por prevaricación, o sea que el tal Elpidio José Silva ha iniciado ya el viacrucis que antes recorriera el ínclito Garzón y yo apuesto con ustedes todo lo que quieran que acabará como él, fuera de la carrera judicial.


 Se lo aseguro a ustedes, en mis 50 años de ejercicio ante los tribunales, no sólo no vi nunca nada semejante sino que creo que nunca nadie se hubiera atrevido siquiera a pensarlo: ¡un fiscal defendiendo y, por si fuera poco, querellándose además contra el juez por prevaricación!


Lo nunca visto, señores, que los perros comiencen a comer perro. Todo sea a la mayor gloria de Dios y de Franco.


 Y cuando el imputado sea un currito de a pie, leña al mono, coño, que es de goma.


 

Sobre dioses, tumbas, jueces...(II)


 He dicho ya por aquí muchas veces que la función de los jueces es esencialmente antinatural y el problema se configura de tal forma que ya preocupó seriamente a 2 de los más grandes genios del pensamiento humano, Sócrates y Platón, en su célebre diálogo sobre "quid custodiat custodes", quién controlará a los controladores.


 La historia de la judicatura está llena de ejemplos desde el pastor de cabras que gracias a su talento natural no sólo acaba Derecho sino que alcanza incluso su pertinencia al más alto órgano de gobierno de la magistratura y que se dedica a llamar a su despacho oficial a los plutócratas más famosos de Barcelona y les dice "o me da v. tantos millones de pesetas o ahora mismo lo mando a la puta cárcel" hasta el megalómano que piensa que su talento judicial, su laboriosidad y su audacia se lo merecen todo y se deja llevar en las listas de uno de los dos grandes partidos a las elecciones generales y luego, cuando comprueba que el gran gato no confía lo suficientemente en él par hacerle ministro de justicia, arma el pitote y mete en la cárcel a uno de sus ministros y a su subsecretario pasándose por el forro la prohibición de la LOPJ que impide actuar a los jueces en los casos de amistad íntima o enemistad manifiesta, pasando por el pariente de uno de los cabecillas del fascismo español que en una abundante comida deciden meter en la trena a toda la plana mayor del más leído períódico español.


 Ahora vemos cómo un tipo que no paga el alquiler del piso que ha alquilado en la Gran Vía madrileña y que se deja desahuciar por ello como un desharrapado cualquiera, que no cumple con sus obligaciones laborales de tal modo que el Consejo Gneral le abre expediente por ello y que trata a los funcionarios de su juzgado a patadas, dice "sí, todo esto está muy bien, pero da la casualidad que yo soy juez, y un juez en este jodido país entre otras cosas, gracias a la Constitución de Fraga, es absolutamente intocable cuando ejerce sus funciones de manera que yo puedo ser el tío más impresentable del mundo pero, ojo, que sigo siendo juez y, por lo tanto, tengo la facultad de mandar a la puta cárcel a la mano derecha de Aznar, o sea a uno de los prebostes del PP".


 Sí, sí, está muy bien, ahora, no sólo el Fiscal le ha metido una querella por prevaricación que, como es lógico, prosperará porque todos los jueces como acaba de decir uno de ellos de Barcelona, o son del Opus o de la Falange, o sea que siente alergia ante cualquier colega que se interese lo más mínimo por las cuestiones sociales de modo que este estrafalario magistrado tiene los días contados, otra cosa no, porque los jueces incluso cuando prevarican son intocables.


 El problema es, como a cualquiera se le alcanza, es ¿que pasa, que pasó, que pasará con todos esos ciudadanos que tuvieron la desgracia de toparse, de hallarse en el camino de esos jueces, unos fueron a la cárcel por no pagar a un nuevo señor de horca y cuchillo, otros se pudrieron en la trena por pertenecer al partido que no satisfizo las ilusorias esperanzas de un juez que quiso meterse a político, otros hicieron el paseillo ante la Audiencia Nacional durante algunos días con el regocijo insuperable de toda la prensa de ultaderechas, mientas que al amigo de Aznar ha comenzado a dormir en un calabozo para escarnio de toda la clase bancaria?


Una cosa sí que hay que reconocerle a estos jueces que arrostraron tan insuperables obstáculos, todos ellos han probado quizá en demasía su extraordinario valor ¿o es que simplemente estaban o están locos?


 Porque hay que estarlo para atreverse a enfrentar ni más ni menos que a una corporación cuyo espíritu de clase es tal que el primer mandamientos de su decálogo reza: hay de aquel que se atreva a intentar desmontar una pieza siquiera del establishment actual porque más le valiera atarse una piedra al cuello y arrojarse de cabeza al mar.


 Y sin embargo estos jueces se han atrevido a hacerlo, ¿por qué, porque están o estaban locos, o porque la soberbia que va implícita en el ejercicio cotidiano de su oficio los ha cegado totalmente, de modo que se han dicho, o dijeron, si yo soy el Dios de la justicia puedo hacer en este mundo todo lo que quiero?


 Y lo hicieron, lo están haciendo y lo harán, porque la ley biologíca dice que la función crea el órgano, y, una vez creado, éste no tiene más remedio que actuar siempre de la misma manera, de modo que alguien que se atreve a juzgar a otros sólo por administrar un Banco o un periódico de una determinada manera o por tener los millones por castigo o por no haberle tributado el culto de latría a que él se cree merecedor, o porque no está de acuerdo con lo que él piensa o quiere pensar, mientras no le paga el alquiler de su piso a una pobre vieja, o no va al juzgado sino cuando quiere, o no pone sentencias porque no le da la gana, porque los dioses, coño, no pueden ser juzgado como simples seres humanos, porque no se le puede exigir moral al que maneja la guillotina o aprieta los tornillos del garrote vil y todo esto, no lo olvidemos nunca, lo hemos hecho, lo estamos haciendo y lo haremos los jodidos y canallescos tipos humanos porque no somos desfallecientes o lobeznos sino una puñetera mierda seca pinchada en un palo.


 Otro día, escribiremos la crónica de una muerte anunciada de un juez que se ha atrevido a empurar al compañero de pupitre y de oposición de uno de los dioses de nuestro triste Olimpo, Aznar.


 

jueves, 6 de junio de 2013

China (IV)

 


 Retomo el tema donde lo dejé.


No es ya sólo que nos estamos dejando engañar mansamente por las tácticas goebbelsianas de toda la prensa vendida y canallesca occidental, que sigue a rajatabla las consignas usanianas, no, es que parece como si a nosotros instintivamente nos repugnara el predominio de la justicia y la igualdad sobre la libertad.


 Lo que no se puede hacer es quejarse amargamente de lo que están haciendo todas las economías occidentes superliberales, teóricamente, claro, porque están viviendo ahora a expensas de ese intervencionismo estatal tan repudiado por la Thatcher y el Reagan, que en lugar de atender las necesidades del pueblo concentran todos sus esfuerzos en salvar a los Bancos, mientras se cargan el Estado del bienestar, al propio tiempo que viven en continua recesión, y, luego, revolverse airadamente contra una economía que está creciendo ahora mismo al 7'7 % de su PIB y cuya redistribución de beneficios es tal que ha permitido a 15 millones, 15 millones, eh, que se dice pronto, de ciudadanos chinos comprarse coche, hace dos años,  más por cierto que el número de usanianos que lo hicieron en el mismo tiempo.


 La política ha sido definida sustancialmente como el arte de lo posible, el arte de lo real, hacer política es, por tanto, conseguir en cada momento, en cada circunstancia histórica, la mayor cantidad de bienestar posible para el pueblo que se gobierna.


 Y resulta que los chinos, en este preciso momento histórico, en esta especialísima circunstancia, con un ciclo económico mundial recesivo, con una crisis mundial galopante que se está cargando todo el bienestar de las naciones, resulta que son el ejemplo universal de crecimiento, llegándose incluso a decir que han conseguido encontrar un nuevo paradigma económico que puede desterrar para siempre, si acaba imponiéndose universalmente, el tan denostado paradigma liberal.


 Lo que ocurre es que, toda la gobernanza mundial, que lo que pretende sobre todo es mantener el “statu quo” económico actual para no poner en peligro sus canallescos privilegios, no admitirá nunca un paradigma que se basa en aceptar la existencia de los mercados pero subordinándolos a un control estatal interno de tal manera que se hagan compatibles la competencia más dura en el ámbito internacional con una redistribución de la riqueza a nivel interno, o sea, una especie de cuadratura del círculo.


 Pero lo queramos o no, lo quieran o no los grandes magnates de la industria y el comercio occidentales, esto es lo que, en este momento histórico, hay.


 

sábado, 1 de junio de 2013

Replicando a Lucía/Lisístrata


 Son las 4 de la mañana. La vigilia del sueño de mi mujer ha acabado por desvelarme y como estoy enganchado en una amable charla con Lucía/Lisístrata, aprovecho para intentar contestarle a su última intervención que dice así:


 “Lucía M. junio 1, 2013 at 5:50 pm


Demasiadas contradicciones mi estimado D. José y continuo polemizando porque tengo ascendencia aragonesa.


 No aspiro a ninguna pureza y mucho menos sacramental, me basta con la utopía para caminar.


 Pocas cosas sé pero que sin libertad no puede haber justicia ninguna, cuasi estoy segura, diga lo contrario Agamenón o su porquero. Como tampoco puede haber Libertad sin Justicia que es lo que tenemos ahora.


 En cuanto a la igualdad absoluta, eso sí que es un imposible, porque no somos iguales, ni siquiera dentro de una misma familia. La igualdad no existe, fíjese si soy tajante. Lo que hay que exigir a cualquier gobierno porque eso sí es posible, es la igualdad en derechos. Es decir Vd. y yo en una sociedad en la que se hubiese respetado esa igualdad en derechos hubiésemos podido ser registradores o biólogos con solo nuestro propio esfuerzo.


 La canalladas siempre existirán en cualquier sistema, en cuanto a la esclavitud no existiría si no aceptáramos como individuos la servidumbre voluntaria, aquella de la que escribió E. de la Boétie en el siglo XVI.


 Por supuesto que si no hubiera ladrones robando en las arcas públicas y hubiera justicia, se podría mantener un estado social demócrata capaz de eliminar el hambre, la esclavitud y la miseria, no es tan difícil, en los países escandinavos se materializó. Pero no me hablen de comunismo cuando ha fracasado como sistema capaz de crear bienestar y causado tantas muertes y violencia que pone los pelos de punta y esto no lo dicen solo los enemigos capitalistas.


 El comunismo solo sirvió en Occidente después de la 2ª G. M. para meter miedo y que se crearan las condiciones para mejorar las condiciones laborales y crear el estado de bienestar, recientemente desmantelado bajo la atonía de una sociedad consumista y zombi.


 No quería haberme extendido tanto y sobre todo no deseo se lo tome a mal.


Un beso”.


 Veamos:


 “Pocas cosas sé pero que sin libertad no puede haber justicia ninguna, cuasi estoy segura, diga lo contrario Agamenón o su porquero. Como tampoco puede haber Libertad sin Justicia que es lo que tenemos ahora”.


 Mi querida amiga: acabas de poner el dedo en toda la llaga: ésta es la antinomia fundamental a la que se enfrenta el ser humano, los vasos comunicantes de su jodida existencia.


 Citaba yo, el otro día, al puñetero Lenin: “libertad, ¿para qué?”:


 ¿Para que el Estado no pueda intervenir nunca, tal como propugnaban Thatcher y Reagan y sus canallescos seguidores, de modo y manera que los inicuos y ventajistas que se apropiaron no sólo de la superficie de la Tierra, sino que, aprovechando esta apropiación y el subsiguiente enriquecimiento injusto, sólo sus hijos y los hijos de sus hijos gozarán para siempre del privilegio exclusivo y excluyente de ocupar las plazas vacantes en ese orden no escrito que les permite estudiar y titularse en las universidades y aguantar los años que sean necesarios para preparar y ganar las mejores oposiciones a jueces, notarios, abogados del Estado, registradores, diplomáticos, etc. de modo que no sólo ocupen los mejores puestos en el organigrama del Estado sino que, además, tomen posesión igualmente de las plazas de la gobernación política del mismo mediante la ocupación de los puestos señeros de los partidos políticos que, por cooptación, ocuparán igualmente los puestos dirigentes sociopolíticos?


 No, Lucía, no, yo no quiero esta clase de libertad que perpetuará para siempre el "statu quo" social actual sino, todo lo contrario: un intervencionismo estatal de tal clase que nos iguale a todos, a los de arriba y a los de abajo, de tal manera que no haya la menor diferencia en las oportunidades de estudiar de cada uno de los ciudadanos, sea cual fuere su nacimiento, estirpe y procedencia, pero no sólo en el acceso a los centros de estudio y formación mediante esa limosna de las becas, que terminan su asistencia a los desheredados cuando acaban la carrera sino, lo que es absolutamente decisivo, cuando comienzan la preparación de las oposiciones


 O sea que es esa limitación de la omnímoda libertad la que se halla en el origen natural de las cosas, en aquella primigenia unión de los débiles para limitar el poder absoluto de los fuertes, o del fuerte que, al principio, sólo fue uno, en la familia originaria y, luego, en la tribu, después, en el poblado y, luego, en la nación, de modo que la limitación de la libertad podría afirmarse, quizá, que es de derecho natural.


 Y que esa limitación libertaria no tendría otra intención que provocar una situación igualitaria: que todos los familiares, los miembros de la tribu, los aldeanos, los ciudadanos, los habitantes del país fueran radicalmente iguales, o sea, Lucía, que es la tendencia natural a la igualdad la que limitó la libertad, una libertad que era criminal no sólo en su origen sino también en su ejercicio.


 ¿A que ya no te chirría tanto la frase de aquel monstruo de la innovación política que llamaron Lenin?


 Pero hay algo en tu argumentación que me ha dejado perplejo, eso que dices que no eres partidaria de la igualdad, e incluso das un paso más y dices lo mismo que afirmaba rotundamente el ínclito Rajoy, que la igualdad no sólo no existe sino que es imposible, casi, casi, podríamos decir, entonces, si esto fuera cierto, que la desigualdad es también de derecho natural. Y el tío acude, para solidificar aún más su teoría, al maestro de Franco, Gonzalo Fernandez de la Mora y su doctrina de la envidia igualitaria.


 En política, cuando se habla de estas situaciones personales no se trata de circunstancias biológicas, fisiológicas sino de derechos.


 O sea que cuando hablamos de libertad, en realidad, pretendemos obtener el derecho a ser libres, y cuando lo hacemos de igualdad lo que intentamos es conseguir el derecho a actuar siempre, en las mismas condiciones que todos los demás.


 Pero, como en todo lo sociopolítico, es necesario establecer unas prioridades, a mí me parece prioritaria la igualdad antes que la libertad.


 La libertad concebida como el derecho a actuar libremente supone necesariamente el presupuesto de la igualdad de condiciones.


 Yo, en este país de todos nuestros pecados, puedo ser, como soy, muy libre de hacer lo que quiera, sí, pero sólo dentro de mis posibilidades.


Y esta libertad, que incluso puede parecer absoluta, es una absoluta ficción, puesto que no puedo realmente hacer nada si no tengo el dinero que es necesario para ello.


 Y acabamos de tropezarnos con el quid de la cuestión: el dinero, coño, el jodido, el asqueroso capital, ¿te suena?, es algo que preocupó y ocupó casi durante toda su jodida vida a ese pobre menesteroso que sólo pudo sobrevivir, estudiar y escribir gracias a la ayuda económica de su amigo Engels, al jodido Marx.


 Y entramos en lo que más me ha sorprendido de tu exposición. De ella se deduce que no sólo no eres comunista sino, todo lo contrario, ferozmente anticomunista.


 Y te basas, para ello, en la experiencia histórica de todas las concreciones que nominativamente se han apoyado en el comunismo para imponerse políticamente.


 Y es por esto que yo me refería a tu pureza que unas veces he llamado virginal, otras sacramental y otras, ya no me acuerdo cómo. Ah, sí, utópica.


 Creo sinceramente que el origen de tus errores en cuanto a la filosofía política se producen precisamente por esto, a mi entender.


 Partes de una concepción del hombre rigurosamente optimista. Que es precisamente la predominante.


 Los que así pensáis, creéis que el hombre es capaz de hacer algo desinteresadamente. Yo estoy con Aquino y con Hobbes, sólo que éstos también me parece moderados. El hombre no sólo no es desfalleciente como decía aquél ni siquiera una especie de lobo para los otros hombres, como afirmaba éste, sino una jodida mierda seca pinchada en un palo.


 Como no me canso nunca de repetir, a la verdad no se acercan los sabios científicos o filosóficos sino únicamente los jodidos poetas: “me llamo barro aunque miguel me llame, barro es mi profesión (o vocación, que ahora no recuerdo) y mi destino, que mancha con su lengua cuanto lame”.


 Aquí está la esencia del hombre, expresada magistralmente por un jodido pastor de cabras que aprendió a leer, creo, con los sonetos de Góngora.


 ¿Como coño va a triunfar históricamente una ideología que hace todo lo posible porque el hombre, el pueblo, el ciudadano, sea realmente el dueño de su propio destino si el jodido artífice de ello ha de ser por fuerza ese jodido tipo que está hecho del peor de los barros?


 Cuanto más hondamente se base una idea política en el papel del hombre más falible será.


 Son las 5'33 de la mañana y el indicador de páginas dice que ya van 5, creo que debemos dejarlo por hoy.


 El mejor de mis besos para ti, si no por otra cosa porque me has obligado, por 1ª vez en toda mi puñetera vida, a profundizar en cosas, ideas, conceptos, que andaban por ahí, en el fondo, pero que nunca se habían concretado en palabras.


 


Gracias, muchas, gracia, mujer.