miércoles, 19 de junio de 2013

Hamlet, El Quijote, El proceso, Joseph K, Garzón, Elpidio José Silva, Neymar y Messi (I)


 Anarquismo, nihilismo, escepticismo, positivismo, objetivismo, realismo.


 Estamos, todos, inmersos en la más sangrienta de las batallas que, además, es absolutamente decisiva y no sólo no participamos en ella sino que ni siquiera la percibimos.


 Franz Kafka, junto con Shakespeare y Cervantes, que conocieron como nadie la puta naturaleza humana, dedicaron todas sus puñeteras vidas a intentar describírnosla pero su intento fue una especie de gratuito “divertimento” porque ellos, en su afán de artistas, se preocuparon, y mucho, de acentuar, de sobreponer lo artístico sobre lo real, olvidando, u obviando, la suprema advertencia de ese poeta menor, junto a ellos, que fue Jaime Gil de Biedma, el primo de la cólera de Dios, cuando, enfermo mortal de sida, nos dijo aquello de “ojo, que la vida va en serio”.


 Y tan en serio, coño. Junto a lo que le está ocurriendo a Elpidio José Silva y lo que le sucedió a Garzón, El proceso de Kafka, el Hamlet de Shakespeare y el Quijote de Cervantes no son más que eso, unos jodidos “divertimentos”, escritos por unos puñeteros “dilettantes”, que se aburrían mortalmente porque no tenían otra cosa mejor que hacer.


 Porque escribir unos folios sobre la angustia que experimentaba un tío que se sentía objeto de un proceso judicial, del que no sólo ignoraba su naturaleza sino también el motivo y el tribunal ante el que se tramitaba, es realmente un juego de niños si se compara con la realísima angustia de unos hombres que son, o fueron, objeto de un proceso real, concreto, mortal, que les están tramitando, o tramitaron ya, no unos seres absolutamente desconocidos, por un motivo más desconocido aún, sino sus propios compañeros de profesión, cuyas artes y procedimientos ellos conocen mejor que nadie porque los han practicado ellos también durante toda su jodida vida profesional, o sea, coño, que ellos saben, o sabían, que la cosa iba en serio, tan en serio que se estaban jugando su propia y puñetera vida.


 Junto a la angustia real de un tío que sabe que lo que está en juego es su jodida, su puñetera vida, el sueño, la pesadilla de un ingente poeta no es más que eso, poesía, un juego que si no es de niños, casi.


 De pronto, una mañana, Garzón se halló con que una serie de familiares de las víctimas de Fanco le llenaron las mesas de su juzgado de querellas contra ni más ni menos que el franquismo, siendo éste la base piramidal de la justicia que él mismo, Garzón, ejercía, practicaba.


 No, desgraciadamente, no era un mal sueño, lo que se dice una pesadilla, sino el hecho más concreto y real que pueda producirse, ser juez de instrucción en España y que una serie de personas absolutamente desamparadas que no encuentran los restos de sus padres, hijos o hermanos, se planten ante ti y te digan: “eh, juez, deja  ya de ocuparte de cosas menores y coge de una puñetera vez el que es sin duda el proceso más importante de España, en el que lo que se va a juzgar no es si fulanito le debe a menganito tantas pesetas, sino qué es y cómo es el sistema político que nos gobierna”.


 Decía yo ayer que Garzón y Elpidio están locos y me equivocaba radicalmente. Lo que ocurría, cuando ellos se decidieron a intentar cumplir con una obligación que justificaría para siempre sus propias vidas ante ellos mismos, es que estos dos hombres se encontraron en la más jodida de todas sus encrucijadas y no tuvieron más "güevos" que decirse “o me doy de baja como ser humano o cumplo con una obligación que yo asumí un día voluntariamente y por la que llevo cobrando y muy bien un montón de años”.


 La mayor parte de los asquerosos seres humanos que poblamos este inmundo charco hubiera dictado un auto en el que se dijera ese jodido “no ha lugar” y se hubiera ido al bar de la esquina a tomarse unas cañas.


 Pero estos 2 sujetos no son de esa condición. ¿Dignidad profesional, amor propio, soberbia? Sí, efectivamente, un poco, o un mucho, de todo ello, el caso es, o fue, que dictaron aquel jodido auto admitiendo a trámite la o las querellas.


 Y así comenzó su calvario. En España los molinos del franquismo no son tales sino auténticos gigantes que, además, son invencibles no sólo porque juegan siempre en su propio campo, sino porque además todos ellos son árbitros y jugadores al mismo tiempo, o sea que es absolutamente imposible ganar.


 Y ellos dos, los muy jodidos, lo sabían mejor que nadie porque ambos participaban, todos los canallescos días de su vida en la dichosa trama.


 Por eso su conducta, además de suicida, es heroica, no poética, porque no hay poesía donde anidan todos los bajos instintos del alma humana sino que constituye una de las cimas de la literatura dramática.


 Lo dos sabían, saben, que iban, que van a morir pero no podían, no pueden, hacer otra cosa. No se trata del destino de Tántalo, ni de Sísifo, sino el todavía más jodido aún de Prometeo, saber que están haciendo todo lo posible por liberar a los hombres de la peor de sus esclavitudes, la jurídica, y que todo su ingente y desesperado trabajo no sólo va a ser completamente inútil sino, además, contraproducente, porque cuando ellos concluyan su tarea, el ciudadano, el hombre, todavía estará más encadenado aún a su jodida roca.


 Y, sin embargo, lo tenían, lo tienen, que hacer y lo hicieron y lo hacen, sabiendo como sabían, como saben, que su destino es el más triste del mundo, no sólo la derrota en una batalla que nunca podrían ganar, sino que el oprobio y la deshonra, todo lo formal que se quiera, pero deshonra, al fin, les acompañarán para siempre, ya que, a partir de ahora, sus vidas serán las de unos fantasmas sobre cuya existencia real se dudará siempre.


 

5 comentarios:

  1. LAS FANTASMADAS DE MONTORO
    http://www.eldiario.es/escolar/fantasmadas-Montoro_6_144945520.html
    Tras cinco días callado, el tantas veces locuaz ministro de Hacienda dio finalmente la cara. No fue para ofrecer una explicación coherente sobre ese extraño “error” con los datos fiscales de la infanta: Cristóbal Montoro asegura que no sabe qué ha pasado y pide un acto de fe en su palabra; que le creamos cuando afirma que en la Agencia Tributaria “no hay fantasmas”. Tampoco fue para pedir disculpas a esos honrados contribuyentes que han descubierto, pasmados, cómo al fisco no se le pasa una… salvo que te apellides Borbón y Grecia.
    No. Para Montoro, quien merece una disculpa es “la Familia Real”, y no los ciudadanos.
    El ministro de Hacienda, que con tanta alegría acusaba de fraude a todo aquel que le llevase la contraria, ayer no supo contestar a algunas preguntas básicas. La más importante: si Hacienda registró 1,4 millones de euros en supuestas operaciones inmobiliarias a nombre de la infanta, ¿por qué razón no investigó de oficio esos extraños movimientos? ¿Es que acaso ese carné de identidad VIP no aparece en los cruces rutinarios de bases de datos con los que la Agencia Tributaria combate el fraude?
    El Gobierno se ha lanzado a la defensa de la infanta Cristina, asumiendo un comportamiento indigno de un país democrático. Ha movilizado a la abogacía del Estado, a la Fiscalía y a la Agencia Tributaria, que inexplicablemente no ve fraude alguno en la copropietaria de Aizoon, la empresa con la que su marido se dedicó al talonmano.
    Tal vez lo ocurrido con el DNI de la infanta sea, en efecto, un error: toda incompetencia lo bastante avanzada es indistinguible de la maldad. Pero es matemáticamente imposible que ese error responda a la única explicación que hasta ahora ha ofrecido la Agencia Tributaria, que responsabilizó del lío a registradores y notarios. Además, de ser un error, el escándalo sería aún más grave porque demostraría un obvio trato de favor: imaginen qué le sucedería a cualquier españolito al que le apareciesen en la base de datos de Hacienda 1,4 millones de euros en ventas de casas que no son suyas.
    En un país así, tampoco sorprende que una condenada por fraude fiscal ante el Tribunal Supremo, la tenista Arantxa Sánchez Vicario, sea la portavoz de los Premios Príncipe de Asturias.Sin duda, es la persona más adecuada.

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  2. Otra rama (el dúo Neymar-Messi parece no gustar)..
    http://www.mundodeportivo.com/20130620/fc-barcelona/messi-imputado-abogados-inocencia_54376157047.html

    http://www.sport.es/es/noticias/barca/jorge-messi-muy-cruel-que-hacen-algunos-medios-2428772

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  3. http://tenacarlos.wordpress.com/2013/06/20/ecuador-los-banqueros-no-podran-tener-acciones-en-medios-de-comunicacion/
    LOS BANQUEROS NO PODRÁN TENER ACCIONES EN MEDIOS DE COMUNICACION

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  4. LAS PROBABILIDADES MATEMATICAS DE QUE LO DE LA INFANTA SEA UN ERROR
    http://www.eldiario.es/escolar/probabilidades-matematicas-infanta-error_6_144595569.html

    Supongamos que ha sido un error humano. Supongamos que en realidad han sido cuatro errores humanos consecutivos e independientes, uno detrás de otro y por parte de personas sin relación entre sí: cuatro registradores de la propiedad distintos que tramitaron esas 13 falsas ventas del enredo de la infanta y que enviaron el DNI de Cristina de Borbón a la base de datos de Hacienda por error. De entre unos 46 millones de DNIs españoles, los cuatro se confundieron y escribieron precisamente el de la mujer de Iñaki Urdangarín. ¿Qué posibilidades habría en el universo de que ocurriese una casualidad así? La probabilidad de que se equivoquen los cuatro registradores y escriban por error, al azar, el DNI de la infanta es del orden de uno entre un 10 seguido de 30 ceros. Es decir: una entre 10.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. O lo que es lo mismo, una entre diez quintillones. Una posibilidad entre diez billones de trillones.

    Más números grandes y probabilidades pequeñas. Si en lugar de cuatro, se hubieran equivocado diez eligiendo precisamente el DNI de la infanta –entre registradores y notarios–, tal coincidencia sería matemáticamente tan probable como la de elegir por azar precisamente un átomo en concreto entre todos los del universo (una cifra con 79 ceros).

    Para ser justos con la infanta y con la torpeza de los registradores imaginemos que el número posible de DNIs parecidos al de su alteza fuera sólo de 100; no mucha gente tiene un carné de identidad VIP de solo dos dígitos. Incluso así, la probabilidad de que los cuatro registradores se hubiesen equivocado y escribiesen por azaroso error el número de la infanta sería de una entre 100 millones. O lo que es lo mismo, aproximadamente una entre dos veces el "bárcenas", ese gran número recién descubierto en Suiza y que equivale a unos 47 millones.

    Por comparar, la probabilidad de que te caiga un meteorito en la cabeza es solo una entre 174 millones. Si yo fuese esa anomalía estadística llamada Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, me pondría casco.

    Y si yo fuera Cristóbal Montoro buscaría una excusa mejor. Una que no insulte la inteligencia de cualquier contribuyente español.

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