lunes, 11 de noviembre de 2013

China y el liberalismo


 Afirma Francis Fukuyama, ese profesor de origen japonés que enseña en una universidad usaniana, que la Historia ha terminado.
  O sea que el hombre ya no puede ir más allá de donde ha llegado, por lo que puede decirse, como hacían los revisores en aquellos trenes en los que yo viajaba algunas veces debajo del asiento, “fin de trayecto”, o sea que el jodido profesor universitario es más marxista que el propio Marx, que es lo que nos está pasando a casi todos nosotros, que somo marxistas sin saberlo o sea que somos una ínfima minoría estos cuatro locos que lo somos muy conscientemente.
 Porque el marxismo, ya lo he escrito más de mil veces, es afirmar lisa y llanamente que todo es economía y ¿qué es lo que quería decir el sabio yanqui-japonés cuando afirmó eso del fin de la Historia?: que ya no había nada más que contar puesto que esa historia interminable de la economía había concluido al fin y de una manera unánime: el liberalismo había terminado por imponerse para todos los siempres.
 Y una leche, decimos los que somos marxistas conscientemente.
Lo que nos quiso decir Marx, creo, es que la historia no es más que la narración de la eterna lucha entre los dos factores económicos que intervienen en la producción, capital y trabajo, lucha, por lo tanto, que existirá mientras haya bienes que producir y consumir, o sea, coño, siempre.
O sea que el profesor Fukuyama se ha apresurado un poco.
 El piensa que el asentimiento a esa semiverdad de que el liberalismo es la mejor manera de manejar los mercados se ha impuesto para siempre indiscutiblemente.
 Y yo voy y la pregunto a tan eximio profesor: ¿y China, mi admirado doctor, qué hacemos con China, con esos 1.500 millones de habitantes?
Y él me contesta, "pero, hombre de Dios, ¿todavía no se ha enterado v. de que los chinos son más liberalistas que nadie?".
 -"Coño, exclamo, estamos perdidos si este jodido profesor tiene razón, porque entonces ya no nos queda más que inmolarnos en un suicidio colectivo universal".
 Pero yo que me creía el tío más pesimista del mundo, veo que no lo soy.
Para mí, si seré retrógrado, China es la esperanza del mundo y creo que la patria de Confucio y Laot Se no nos va a defraudar.
 Y la prueba está en que también es la patria de Mao, sí, aquel tío que se bañaba todos los días en un río heraclitiano y después se ponía a trabajar como un loco planeando la larga marcha de su pueblo hacia el dominio del mundo. ¿El peligro amarillo? Pues, sí, yo creo firmemente que ahora, sí.
Porque si hay justicia en el mundo y si ésta dominará, al fin, la historia no será mediante el liberalismo antropófago sino a través de un comunismo integrador e integral.
 El otro día, creo que fue en Pekín, se reunieron casi todos los hombres importantes de hoy en el mundo, cónclave en el que, como es lógico, no faltaron españoles, o sea, Felipe González y Juan Luis Cebrián, y llegaron a la conclusión prefabricada de que si China hace lo que al mundo occidental conviene, este inmenso país no tendrá ninguna clase de problemas.
 Y Xi Jinping dijo que por ellos no iba a ser, que iban a seguir trabajando hasta la extenuación y ayudando a todo el mundo a dar lo mejor de sí mismos a la humanidad exigiéndole a cambio sólo lo absolutamente necesario para sobrevivir, o sea, coño, lo que yo llamo imperativo categórico marxista.
 O sea, que los chinos, a partir de ahora, van a ser mitad monjes y mitad soldados, pero soldados pacíficos, vino a decir, el tío que ha mandado a su antecesor en el poder a la cárcel sin mover ni un músculo, por una serie de delitos económicos. ¿Ustedes conciben algo semejante por estos lares, Rato, Botín y el tipo ese tan amigo de Aznar que esquilmó a todos los españoles a través de Caja Madrid, hoy Bankia, yendo a la puta cárcel para toda su puñetera vida?
 Dicen la malditas crónicas económicas que China ya está ganando la partida mundial de tal manera que incluso los Usa viven a expensas del dinero que ella les presta.
 Pero Fukuyama y los suyos me gritarán “anatema, coño, anatema, eso lo están consiguiendo oprimiendo a su pueblo, que trabaja las 24 horas y se muere de hambre y de sueño en sus jodidos puestos de trabajo”, de modo que esos 15 millones de automóviles que el año antepasado se vendieron en China, más, por cierto, que en el mercado usaniano, y para uso y disfrute de casi la mitad del censo global de todos los españoles, es prensa y propaganda de aquel asqueroso régimen que por no ser ni siquiera es ya comunista.
 Y esa insoportable contaminación que aflige a todas sus grandes ciudades hasta el punto de convertirse en el más grave problema que actualmente tienen, no es producida por la inmensa produccion industrial que están desarrollando sino a la respiración de los millones de coolies que todavía hoy ocupan sus inmensas calles en sus no menos inmensas ciudades. En fin, un desastre injustísimo, como fácilmente se desprende.
 En cuanto a la libertad de expresión, el jodido régimen que allí gobierna tan tiránicamente ha consentido sin pestañear que se funde un nuevo ¿partido? Y que se haya nombrado presidente vitalicio del mismo al jodido mandamás que acaban de meter en la cárcel para toda su vida.
 ¿Ustedes se imaginan que aquí, en España, se hubiera condenado a Rato por todas sus fechorías y sin embargo el gobierno hubiera consentido que se formara un grupo bajo su égida y que fuera designado presidente vitalicio para que lo dirigiera desde el trullo?

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