sábado, 6 de julio de 2013

Continuación a mi post anterior, Desconcertado, y contestando a algunos comentarios que a él se le han hecho


 Por supuesto que yo sabía que el juez Ruz es un juez sustituto y que en septiembre, probablemente, dejará ese juzgado desde el que, hoy, parece que está dispuesto a concluir su instrucción del caso más importante sobra la corrupción en la política española.





 Aparentemente, no sólo lo están dejando actuar sino mucho más, el órgano superior dictó una resolución por la que se apartó del conocimiento de algunos aspectos del asunto a un juez residente, que actúa en un juzgado del que es titular indiscutible y que, además, ha demostrado ya cierta independencia no sólo de criterio sino también de carácter puesto que hizo frente, en el caso del atentado de los trenes de Atocha, no sólo a las presiones internas, que el juez Elpidio José Silva nos ha dicho que en estos casos son realmente insoportables, sino a todas las externas que se concretaron en una de las más feroces campañas de intoxicación de la opinión pública que jamás se hayan dado por parte del diario El Mundo.




 Pero mi desconcierto se basa precisamente en esto: si a Bermúdez, juez titular, perfectamente asentado en su jurisdicción y con el crédito internacional que supone haber resuelto uno de los casos más controvertidos de nuestra historia jurisdiccional se le ha apartado con un brusco manotazo de este asunto en el que el poder económico y el político se juegan precisamente su buena fama internacional, ¿por qué a Ruz se le permite que haga algo que puede resultar tan decisivo como encarcelar a Bárcenas, si es que es verdad que éste tiene en su poder secretos respecto a la financiación del PP y de sus directivos que pueden provocar el hundimiento de su honorabilidad no sólo ante los ciudadanos españoles sino frente a la opinión mundial?




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 A Lucía/Lisístrata: Todos esos sentimientos a los que tú haces referencia no son sino epifenómenos, que se producen en el ámbito estricto del atomizado individuo, válidos únicamente como condicionantes sociales a nivel individual, en ningún caso como motores colectivos, incluso, si me apuras, creo que tampoco son universalmente válidos en dicho ámbito.




 Por poner un ejemplo: el sentido de explotación e indefensión que actualmente se ha apoderado de la mayoría de todos nosotros resulta absolutamente inoperante en cuanto a la solución de la situación en tanto que  lo que realmente mueve la maquinaria política es ese entramado de superintereses consolidados en torno a las instituciones políticosociales que sólo son el resultado de una dialéctica rigurosamente materialista, lucha en la que siempre acaba por imponerse las más poderosas de las fuerzas económicas que dominan absolutamente todos los mecanismos no sólo de influencia sino también de decisión.




 Por eso la situación es tan desesperada. Porque son absolutamente inoperantes todos esos sentimientos que ocupan nuestras atomizadas individualidades que, normalmente, sólo se preocupan de su lucha cotidiana por la supervivencia.




 Es realmente difícil, estoy tentado de escribir imposible, que un cuerpo social convenientemente atomizado por unas normas y mecanismos sociales establecidas “ad hoc”, sometido, además, al continuo martilleo de una propaganda insoportable desde todos los ámbitos, llegue a adquirir la suficiente consciencia social para plantearse las cuestiones relativas a su situación y a los posibles remedios que podrían resolverla.




 Ante esta situación, sólo cabe el mayor de los pesimismos.




 Es por eso que, admitiendo la cuasi perfección lógica de los razonamientos históricos que nos hacía Xavier Traité, me atreví a oponer mi siempre desalentador pesimismo antropológico, sustentando mi convicción de que, tal vez, hayamos llegado a ese fin de la historia que propugna Fukuyama pero precisamente en opuesto sentido: la historia no ha terminado porque ya no se pueda mejorar más sino porque es absolutamente imposible que esto empeore.




 Y el motor que nos ha llevado a esta situación, que aparece como realmente insuperable, no ha sido la conjunción en un solo impulso de todos esos sentimientos que embargan a la inmensa mayoría de los ciudadanos del mundo, sino la poderosa evolución de las fuerzas materialistas que anidan en el fondo de los movimientos sociales.




 Es el impulso liberalcapitalista de los Usa el que está empujando al mundo a ir adonde se encamina ineluctablemente y su impulso no nace de un sentimiento ni una idea sino de un instinto sobrecogedor, aquel canallesco ánimo de lucro del que nos hablaba con tanta razón Adam Smith y que este impulso es eminentemente materialista y absolutamente ciego como tal, al menos a mi, no me cabe la menor duda.




 

3 comentarios:

  1. Según la psicología, los sentimientos son la evaluación de las percepciones y forman parte del universo afectivo que conforman deseos, actitudes y conductas. Los sentimientos impulsan a la acción y son motores de la inteligencia. Pero Vd. dice que son fenómenos secundarios. ¿Secundarios el amor, el deseo, la furia, la ira, el odio y el miedo?

    Las sociedades están formadas por individuos cuyas motivaciones, valores y fines les mueven a actuar individual o colectivamente, los motivos, llamados por v. motores, dependen del consenso.

    Las personas pueden estar explotadas e indefensas, pero según las percepciones y valores de cada uno, elegirán una conducta distinta para superar sus circunstancias, y esto, la conducta, no se puede imponer. Existe la formación y la información, las asociaciones y sindicatos para agruparse en contra de la tiranía. También existe una sociedad lobotomizada que danza al son que le tocan.

    D. José, no puede despachar los sentimientos y las emociones diciendo que son inoperantes, porque son justamente lo contrario. El marxismo fracasó como ideología al servicio del proletariado, precisamente porque no tuvo en cuenta esta magnífica veta de ocurrencias que son los sentimientos.

    Estamos gobernados por los sentimientos, deseo, ansia, afán, caprichos, asco, euforia, desánimo, debilidad, desgana, intranquilidad, impaciencia, rencor, fobias, expectación, tristeza, sorpresa, arrogancia, etc. No voy a traer aquí la lista interminable de todas las experiencias y evaluación de motivos que conforman los sentimientos y que estudia la psicología evolutiva.

    Realmente es imposible, por esa gran variedad de actitudes y rasgos de personalidad, que ninguna sociedad vaya al unísono en una sola dirección. Además de que sería culturalmente desastroso.

    Y las fuerzas materialistas o culturales o libertarias o de abolición del trabajo, que anidan en el fondo de los movimientos sociales no son más que DESEOS que MUEVEN a superar la adversidad y alcanzar una vida digna. Pero que los oscuros poderes que manejan el teatro mundial impedirán por todos los medios, porque necesitan sangre para seguir enriqueciéndose. Esto no quiere decir que sean invulnerables, de hecho, dicen que el capitalismo se matará a sí mismo y con la deuda que manejan, están en ello.

    Y el capitalismo industrial hace tiempo que fue reconvertido en los paraísos fiscales en capitalismo financiero de mucha peor factura y catadura, pero que en ningún caso se pueden asociar a la palabra liberal y mucho menos libertad. No al menos, desde una posición de izquierdas.

    Salud.

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  2. Con perdón, entrevista del crudo a Evaristo , de "La polla records"
    http://www.youtube.com/watch?v=sMjO0FHzwww

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  3. Eddie, sólo por este artículo que hoy nos acabas de traer y que expone sucinta pero suficientemente cuál es la situación actual en el mundo, nunca te agradeceremos bastante la labor que haces para todos nosotros los que cotidianamente pasamos por estos blogs.

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