domingo, 10 de enero de 2010

Coartada para los asesinos

254.- Comentario por eutiquio10/01/2010 @ 13:35

Coartada para los asesinos

Karl Popper no es ni más ni menos que el auténtico pontífice de la ultraderecha y su obra “La sociedad abierta y sus enemigos” no es ni más ni menos que la nueva Biblia, una Biblia reformada y adaptada a los nuevos tiempos, algo así como el Nuevo Testamento para los nuevos asesinos. Superior, por supuesto, en todos los aspectos, a “Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes” del muy ínclito Thomas De Quincey.

Lo creáis o no, Popper, en la obra citada, no se para en barras y le mete mano a una serie de indocumentados y estúpidos que va desde Platón, joder, a Marx, ese par de principiantes de la historia de la Filosofía, porque yo soy de los que opinan que Marx no es un economista puro sino un auténtico filósofo que se empeñó en analizar la historia de las ideas económicas y, consiguientemente, de las políticas porque, para él, y para mí, la política no es sino una superestructura económica.

Pues, bien, este facha suprahistórico, como buen amigo y ferviente admirador de Hayek que, a su vez, lo era de Von Misses, los prebostes “modernos” del más feroz de los liberalismos, puso todo su empeño en justificar ese crimen horrendo, supremo, que consiste en justificar la explotación del hombre por el hombre, que no otra cosa es propugnar el imperio de la libertad más omnímoda en el establecimiento y posterior funcionamiento de las relaciones entre empresarios y trabajadores. Libertad, ¿para qué? nos preguntaba Lenin, según parece con algún acierto.

Para estos maravillosos pensadores cristianos, sólo la libertad es capaz, si se aplica a rajatabla, de lograr el imperio de la felicidad en todas las sociedades abiertas y libres que no son otras que las que se oponen con todos los medios, incluso las armas, a toda esa morralla de pseudofilosofías pretendidamente socializadoras que sitúan al trabajo del hombre, pura bazofia, claro, por encima de principios inderogables, no faltaba más, como la propiedad privada, exclusiva y excluyente y, además eterna, porque este derecho que, a primera vista, puede parecer pasivo e inerte, no es ni más ni menos que la semilla de toda la producción de riqueza en el mundo, o sea, más importante, pues, que el propio Dios.

Pero, para mí, y para todos los comunistas del mundo, esa propiedad eterna, exclusiva y excluyente sobre los medios de producción es el crimen más nefando que pueda cometerse y protegerse, por eso aquellos eximios hombres de ciencia, cuando dedican todos sus esfuerzos a intentar demostrar que es el ciego, criminal, egoísta y canallesco ánimo de lucro el auténtico motor no sólo benefactor sino también insustituible de todo el progreso y la felicidad humana, sólo están tratando de establecer las necesarias coartadas para justificar la más nefanda de las explotaciones del hombre por el hombre, que ya denunciaba Hobbes cuando decía aquello de “homo homini lupus”, el hombre es un lobo para el hombre, y nosotros añadiríamos “y el más feroz de todos ellos”, comenzando por Popper, Hayek, Von Misses y, por supuesto, nuestros queridos Aznar, Especulancia, Rajoy, Rato, Pizarro, etc. etc., de los que Dios o quien sea nos libre por muchos años. Reamén.

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