viernes, 15 de enero de 2010

Liberta versus igualdad, conclusiones provisionales

106.- Comentario por eutiquio15/01/2010 @ 20:25

Me ocurrió lo mismo con este blog en vísperas de Navidad, me maravilló contemplar cómo en un foro laico, todos parecían estar poseídos por una alegría desbordante y me extrañó sobremanera que en un escenario que debía de estar dominado por un ansia total socializadora, todos y cada uno de los participantes sólo se miraba su rabico sin acordarse de que ahí, afuera, habían ni más ni menos que 14 millones de personas pasando hambre y toda clase de miserias, eso en España, que, en todo el mundo, la cifra sobrepasaba los 1.500 millones.

Ahora, me está sucediendo lo mismo. No salgo de mi asombro en el debate que se sostiene con esa especie de superman que indudablemente es Merovingio, se me cae la baba viendo la altura de los argumentos, la habilidad insuperable de los intervinientes, en la pugna a muerte de unos por criticar al PP y a su representante madrileña, la ínclita Esperanza, y el otro, por meterle mano a don José Blanco, como él le llama, para que así parezca que no le falta al respeto cuando dice que no se gana los 6.000 euros de sueldo, un tipo que no consta siquiera que tenga el bachillerato y aquí, precisamente, aquí, en esto del bachillerato o de la licenciatura en Derecho que sí que tiene, dicen, Esperanza, que, además habla 2 o 3 idiomas, es donde, a mi juicio, radica la cuestión y todos estos brillantísimos debatientes, pasan de largo con una ingenuidad que me parece supina.

Efectivamente, queridos blogueros, ahí está la cuestión: Esperanza Aguirre, por su cuna, por su nacimiento, en fin, por la clase a que pertenece, tiene todas las ventajas sobre ese “parvenu” que es Pepiño, como le llamaba despectivamente, la derechona hasta que comenzó a conceder obra pública importante a su Comunidad de Madrid, por el mero hecho, según parece, sostiene a rajatabla Merovingio, de que no tiene ningún título universitario y, de paso, esa magnífica tribuna que es Mercedes muestra su desasosiego porque ella tampoco lo tiene y, sin embargo, lo quiere. Ha empezado Derecho pero lo ha tenido que dejar por problemas económicos.

COÑO, escribo el taco con todas sus letras y con mayúsculas porque AHÍ es donde radica TODA LA CUESTIÓN, como vengo desgañítándome incluso con la propia Mercedes todos estos últimos días.

Es la desigualdad, estúpidos, que es precisamente lo contrario de la igualdad. La derecha, y no sólo la derecha, el mundo entero nos desprecia, y con razón, digan lo que quieran esas magníficas Rosanna y Mercedes, porque no es lo mismo un presidente de gobierno o un ministro de obras públicas que sean respectivamente expertos en Derecho o en obras públicas, que unos tíos indocumentados que crean que los tribunales son algo así como la barra de un bar con camareros vestidos de negro y un puente sobre el río Ebro, una tabla que se pone sobre la acequia, allá en el pueblo, para saltársela.

Es posible que algunos de nosotros, los izquierdistas, lo creamos así pero os juro por todos mis muertos que no es así: que no se puede ir a discutir con los rusos el suministro de gas sin dominar plenamente el derecho internacional y que no se puede saber si las constructoras nos están tomando el pelo cuando acuden a un concurso para la adjudicación de una obra pública importante sin nociones de ingeniería y que ni una ni otras carencias se pueden suplir con asesores adecuados. Por supuesto que no podemos exigir para gobernar tipos tan completos como Leonardo da Vinci, que dominaba casi todas las materias, pero qué duda cabe que cuando mayor formación tengan nuestros gobernantes será mejor para nosotros, no como esos concejales de Cehegín que le ponen un acto de conciliación a Cospedal y salen en la prensa diciendo que la han puesto a parir.

Entonces, sí, amigos, por lo que tenemos que luchar, sabiendo que en ello nos va la vida, es porque las posibilidades de que el gitano de Vallecas y el nieto o biznieto de Fraga sean las mismas para llegar al mismo sitio. Lo llaman igualdad de oportunidades, pero yo lo llamo simplemente igualdad. Y mientras no la consigamos no tendremos nada que hacer y Merovingio “et alteri” seguirán riéndose de nosotros porque las oposiciones a jueces, por poner un ejemplo, que decidirán inapelablemente sobre todas las cuestiones de la máxima importancia de nuestras vidas, las ganarán ellos, los que tienen el dinero suficiente para estudiar las carreras y preparar las oposiciones y nuestros hijos a lo máximo que podrán aspirar es a ser los albañiles que les construyan sus casas y a caerse de los andamios sin estar lo suficientemente asegurados.

Ah, se me olvidaba, pero eso, sí, con libertad, con mucha, con toda la libertad del mundo para elegir entre eso, ese papel subalterno para siempre por familias, por estirpes, o morirse de hambre en un portal una noche de mucho frío en esa magnífica ciudad madrileña. Porque eso es lo que quiere y por lo que lucha la derecha, por la libertad, porque sabe que con la máxima libertad y con la desigualdad que le proporciona el nacimiento y la naturaleza, Rajoy dixit, ellos, con toda la justicia del mundo lo dominarán para siempre.

Y, por favor, que nadie me pregunte, como hizo el otro día la gran Mercedes, por qué odio la libertad. Me he pasado 70 años de mi vida ansiando la libertad para escribir que tengo ahora, después de pasarme esos mismos 70 años trabajando, algunas largas temporadas de mi existencia en 5 sitios a la vez. Ahora, precisamente, ahora, sería capaz incluso de matar por ella.

Buenas noches y buena suerte.

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