jueves, 11 de febrero de 2010

Contestando a una antigua amiga

“77.- Comentario por Mercedes10/02/2010 @ 23:32".....”Hablaba de odios y de que los izquierdistas teníamos que estar unidos o algo así, y que El aún estando en desacuerdo con izquierdistas, jamás los atacaría o algo así. Aquí mi enlace.......Mi comentario en su blog, que ha sido imposible poner era: Aquí tiene un espejo diferente al espejo de la madrasta de Blancanieves que usted usa.-Lo de no atacar a izquierdistas que opinan distinto a usted, mejor lo dejamos, porque dá para muchas risas y estamos mayores, a ver si a alguno se le descoyunta la mandibula.-Buenas noches y buena suerte, la va a necesitar”.

Como siempre he sido anárquico, que no anarquista, voy a comenzar mi respuesta a este penúltimo  ataque precisamente por el final, por esa extraña mezcla de despedida entreverada de maldición que Mercedes me lanza: dice que voy a necesitar suerte. No es verdad.

Una de las poquísimas ventajas de la vejez es que ya no se necesita nada, ni siquiera suerte porque uno ya lo tiene hecho todo: he plantado más de 100 árboles, he escrito algunos libros y he tenido 3 hijos, que es lo que se le pide a cualquiera para haber cumplido con la vida. Pero creo que esto lo ha dicho mucho mejor ese genio del periodismo que responde por Raúl del Pozo, dice que a un hombre o a una mujer que haya cumplido ya los 80 y que lo haya hecho con los ovarios o los testículos bien puestos, pocas cosas se le puede hacer.

Pero nosotros, los octogenarios sí que podemos hacer todavía algunas cosas, una de ellas: equivocarnos. Esta mujer quizá sea el mayor de todos los errores de perspectiva que he cometido en mi vida. Creí que era una persona inteligente y, mejor aún, que era una buena persona.

Está claro, júzguenlo ustedes mismos, que me equivoqué. De esta mujer yo he dicho cosas tales como que yo pensaba con su cerebro. No sé, probablemente me equivoco otra vez,  pero creo que es el mayor elogio que una persona puede hacerle a otra. También dije que tenía la extraordinaria facultad de extraer lo mejor de mí mismo. Y más y más, yo qué sé lo que llegué a decir de esta mujer, lo que no he dicho de ninguna otra, ni siquiera de la mía con la que vivo felizmente ya más de 60 años.

Pero me estaba equivocando, tanto que creí que tenía también sentido del humor y no lo tiene. Creyendo que lo tenía escribí el último comentario que le dirigí en la paz y que comenzaba así: “Al fin, solos, Mercedes”, porque parecía que ya, en un debate general sobre libertad/igualdad, se habían ido retirando los demás contertulios como si quisieran dejarnos solos para ultimarlo. Y en el mismo tono de broma, le dije que su última intervención me había parecido más ligera que nunca, casi etérea-estoy escribiendo como casi siempre de memoria-, pero, le decía “no es un piropo sino todo lo contrario, creo que tu intervención de hoy tiene menos peso que otras veces....”. Era una broma como todo lo que yo decía en aquella ocasión pero ella no supo verlo.

No sé si fue este texto o algún otro de aquel comentario, hecho en un tono cuyo carácter humorístico era evidente, el que le molestó, el caso es que a partir de aquella intervención mía en el blog de Saco, esta mujer cambió de tal modo que la penúltima vez que se dirigió a mí, terminó diciéndome que era un rastrero y un ruin y que en todas mis actuaciones hay un fondo de crueldad. Y lo hizo con motivo de ese comentario mío dirigido a una amiga suya que ella transcribe omitiendo, como suelen hacer todos ellos, lo que pueda beneficiar a los que consideran sus enemigos. Porque ese comentario mío se limitaba a contestar a otro de su amiga en la que ésta trataba de echarme a todos los habituales del blog encima diciendo que yo los había llamado estúpidos, además de otras cosas aún mejores, porque ella ignoraba que cuando yo decía lo de “Es la economía, estúpidos”, no hacía sino usar una frase célebre para remarcar el sentido de otra frase mía. Y a la indicación de la autora de que a lo peor ella no entendía lo que yo quería decir respondía esa frase inicial del comentario que ahora Mercedes tra a colación: “Claro que no lo has entendido, como casi siempre, pero de eso yo no tengo la culpa”.

La cuestión, como siempre, está clarísima, a mí se me atacaba respecto a un texto que en modo alguno los mencionaba a ellos/as, personalmente sino que hablaba en términos generales y ellas cogían el rábano por las hojas para echárseme al cuello. Exactamente igual que ocurre ahora. Si ustedes se toman la molestia de ir a mi blog y leer el comentario al que Mercedes se refiere,  podrán comprobar que es un post concebido en términos cuya generalidad no se puede superar en ningún aspecto pero ella quiere darse por aludida y acude a comentarlo no sólo basándose en falsedades sino también atribuyéndole al texto cosas que ni por asomo dice, por eso repite hasta 2 veces literalmente la muletilla “o algo así” porque sabe que en modo alguno se ajusta a la verdad.

Lo que yo decía en el post que Mercedes utiliza es que los que nos consideramos de izquierda, cuando intervenimos en una disputa general con la derecha sobre conceptos, no deberíamos nunca atacar a otros izquierdistas porque con ello no hacemos sino favorecer a la ultraderecha.

Pero a ella le ha dado igual coger el rábano por las hojas, porque estaba deseando arrearme un palo y a mi me parece de perlas porque me da la ocasión para decir todo esto, que me encante decir, pero hay algo que no acabo de entender en esta ocasión:

1º) si Mercedes considera tan ofensivo que yo atribuya a una amiga suya la causa de que una contertulia abandonara el blog, porque consideraba esta atribución mía una ofensa suficiente para llamarme rastrero y ruin,

2º) cómo ahora vuelve a transcribir literal e íntegramente el texto  que considera tan ofensivo, ¿no comprende que está reiterando la ofensa ante los miles de lectores del blog?

Creo que Mercedes quiere algún día ser abogada. Si lo consigue, no podrá nunca hacer estas cosas, porque la parte contraria, en este caso, le diría que no parece considerar tan ofensivo el texto cuando lo repite con la mayor publicidad posible otra vez, lo que realmente desmiente su calidad ofensiva en su propio concepto. Vale.

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