miércoles, 17 de febrero de 2010

Respondiendo a otra agresión más

105.- Comentario por eutiquio17/02/2010 @ 20:53
“93.- Comentario por TT17/02/2010 @ 19:58
Ese neurólogo confundió la demencia con una hijoputez crónica, asociado a un travestismo comunista secundario a la mala consciencia. Cuando se es un fascista y un mierdecilla de joven hay muchas posibilidades de que de viejo se desarrollen ambas condiciones”.
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Aquí, los únicos travestidos que yo he visto con estos ojos que se han de comer la tierra sois tú y tu jefe, que sí que sois, además, 2 mierdecillas porque os pasáis la vida presumiendo de hombres matamujeres y, como dice el sapientísimo refrán, “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, no eres más que un acomplejado chichinabo que no levantas un palmo del suelo, incapaz de mirar a una mujer de verdad a la cara.

Y que sois 2 mierdecillas se demuestra matemáticamente porque sois capaces de agredir a uno que está absolutamente solo con premeditación, alevosía y número, con mucho número, sabiendo que vais a ser aplaudidos por esa caterva de cobardes que se unen siempre al grupo y no buscan la soledad para atacar o defenderse, que es lo que hacen los que de verdad son hombres, que experimentan auténtica repugnancia de abusar de la superioridad que da la mayoría del número.

Veo que tú también mantienes mi ficha al día, como buen miembro de esa cheka política que constituís, siendo como sois no ya la negación de la izquierda sino una auténtica ultraderecha camuflada que ignora la justicia y aborrece la nobleza y el valor de atacar uno a uno y no en grupo y, además, protegidos por la autoridad. La auténtica cobardía nunca ha sido seña de identidad de la izquierda.

Como buen ultraderechista, gustas sobre todo de la calumnia, uno de los delitos preferidos por los fascistas. Como ese engendro de Berlusconi que también presume de matamujeres y que va delinquiendo por todas partes convencido de su absoluta impunidad mafiosa, igual que tú, que sabes de antemano que la jauría domesticada que tu grupo constituye va a empezar a morderme las piernas.

Eres el enésimo espécimen de tu calaña que se aprovecha de la generosidad de quien quiso entrar en este blog con una palabra que refleja vuestra irreprimible condición. El hijo de puta no es el que se lo dice a sí mismo, reconociendo su genérica condición de sujeto desfalleciente por humano, y que, precisamente al reconocerlo, se redime, sino el que utiliza la palabra como un dardo, prestado y, por tanto, cobarde y fácil.

Si tú fueras capaz de sentir vergüenza, que no lo eres, dado el exhibicionismo sexual totalmente infundado con el que nos abrumas cotidianamente, porque tú no puedes experimentar ningún sentimiento decente, ahora mismo te tirarías de cabeza desde una de esas montañas que dices que escalas, que yo lo dudo, porque un hombre que sube aunque sólo sea por los montes, no puede luego caer tan bajo sin romperse el alma.

Vale.

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