domingo, 7 de marzo de 2010

No sólo no es bueno sino siquiera indiferente que Divar presida el TS y el CGPJ

Y, continuando dentro del asombro que, a veces, me produce lo que leo en el blog de Saco, he de referirme a esa afirmación que alguien ha hecho de que es una bendición que Dívar, el catoliciquisimo Dívar, haya sido designado como presidente, ni más ni menos, que del TRIBUNAL SUPREMO, TS, y del CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL, CGPJ, que no son sino los que deciden inapelablemente sobre todo lo que sucede en el campo de la Administración de Justicia española.

Pero ¿qué concepto tenemos de lo que representa la justicia en una sociedad moderna que, además, se pretende democrática?

En una sociedad civilizada que pretenda que sus ciudadanos convivan en paz y con arreglo a unas normas equitativas, el Derecho, la Justicia es el quicio indispensable sobre el que giran todas las instituciones de esa sociedad. No hay nada, absolutamente nada que escape al control del Derecho, de la Justicia.

Entonces, pretender que el nombramiento del presidente del TS y del CGPJ, que tienen a su cargo decir la última palabra en la interpretación de las leyes y en el nombramiento de aquéllos que tienen que aplicarlas, es una cuestión no sólo irrelevante sino que si se hace mal, en el sentido técnico de la palabra, puede resultar conveniente porque el desastre que se produzca como consecuencia será algo así como una especie de catarsis,  es de un primitivismo que asusta.

Porque, ya lo hemos dicho aquí, algunas veces, los jueces españoles forman uno de los cuerpos más cohesionados, más unidos, más compactos, en una palabra, con más corporativismo del mundo. De tal modo, que el hundimiento moral de uno de ellos, de cien de ellos, de mil de ellos, sólo provocaría una reacción defensiva de proporciones incalculables. A mí, que creo que los conozco bien, por haber trabajado ante ellos 40 años, el mero hecho de suponer la defenestración de un sólo juez no decretada por ellos mismos, me produce auténtico terror por sus consecuencias sobre la vida social del país. Una huelga de controladores aéreos puede provocar que nadie viaje en avión mientras ésta dure. Una huelga de jueces supondría la total paralización de la vida del país, con un efecto acumulativo sobre los juicios pendientes quizá irresoluble, lo que haría que todo el sistema saltara por los aires.

A lo peor hay quien piensa que esto sería precisamente la solución a todos los problemas pero se equivoca radicalmente. Sin justicia, no podríamos vivir ni un sólo día, porque sin el sacrosanto temor a la justicia, a lo peor, tus hijos te echaban de la casa que tú sostienes; tus vecinos de escalera no te dejaban usar el ascensor; tu coche sería saqueado en tus propias narices y los matones te dejarían desnudo en medio de la calle. Son unos pocos ejemplos elementales, pero hay cosas peores que sucederían si la imagen de la justicia desapareciera de nuestros cerebros.

Entonces, ¿cómo va a ser no ya bueno sino siquiera indiferente que la cúspide del poder judicial se halle ocupada por un fundamentalista católico? Esto significa no tener idea no sólo de lo que supone la función de la judicatura en la vida social sino tampoco de lo que es un credo religioso que se impone íntimamente a los que lo profesan hasta lo más hondo de su propia personalidad. Un católico es católico y se halla sometido a la ley de Roma incluso cuando va a orinar. Y la exigencia es total, no caben medias tintas ni componendas, pensemos que se  ha estado barajando la posibilidad de que el Rey no firmara la promulgación de la nueva ley del aborto, algo que ya hizo, por ejemplo, el Rey Balduino, y que al católico Bono le niegue la comunión su párroco.

Si el PP recurre una actuación de algún médico o de algún centro sanitario en relación con la ley del aborto, por ejemplo, la última palabra sobre el asunto, que, además, creará jurisprudencia en cuanto se presenten dos casos, le corresponderá al TS en el que el juez Divar no sólo actuará con voto doble en caso de empate sino que tiene la facultad, como presidente además del CGPJ de favorecer o echar abajo la candidatura de cualquier compañero de Sala que se atreva a llevarle la contraria, cuando, luego, opte a un puesto decisivo de la  judicatura, lo que acaba de ocurrir, por ejemplo también, con De la Rúa, el tipo que con su voto, que era también doble en potencia, exculpó al inefable Camps, y que ha sido ratificado como presidente de la Sala de lo Penal del TSJ de Valencia porque Dívar, y algún otro compañero del CGPJ,  lo han permitido.

  ¿Somos realmente conscientes de lo que estamos haciendo?

Esto de la justicia no es precisamente un juego de niños, de lo que hagamos al respecto dependerá por siempre y para siempre, porque 8 mil jueces no se improvisan en un día, el futuro de nuestro desdichado país, por eso es tan difícil la labor ordinaria de gobierno, porque obliga a los que la ejercen a meditar muy seriamente lo que hacen y por eso fue quizá el mayor error de Zp colaborar a que un fundamentalista católico sea el presidente de las  2 más importantes instituciones judiciales del país. Es un error que, a él, posiblemente le cueste el puesto pero que, a nosotros, los españoles, quizá nos cueste mucho más: años y años de dura lucha para contrapesar el perniciosísimo efecto de tener a la más rancia de las ultraderechas del país rigiendo el gobierno de la judicatura española.

3 comentarios:

  1. Suscribo lo que dices, y creo que me identifico plenamente contigo cuando pienso que la Justicia es lo más importante que podemos tener los humanos. Una Justicia completa trae libertad y equidad ( la libertad no siempre trae justicia), y fija las reglas de juego, sin las cuales no podría haber marcos estables en las relaciones humanas y sería todo incertidumbre y temor. También estoy de acuerdo contigo en el error del nombramiento de Dívar y que esos experimentos de catarsis de que no hay “mal que por bien no venga” sólo son aceptables con gaseosa.Y , si me permites salir del tema, me gustaría conocer tu opinión sobre lo que se dice en este artículo: http://www.attac.es/socialdemocracia-fin-de-ciclo/Justicia y salud

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  2. Estimado José (eutiquio), cualquier persona sin preparación, pasaría por tu comentario sobre TSJ, sin entender lo que verdaderamente encierra... No es que yo entienda mucho más... pero por los ejemplos que nos has puesto mas arriba, veo que nuetra libertad (no libertinaje) está en manos de unos señores, que son humanos y por lo tanto con los mismos defectos de todos, esea, que si mecae bien lo bendigo, y si no lo mando a los infiernos....si esto es así, y está pasando contínuamente, según el color ideológico.... ¿qué pasaría si se declarasen el huelga?, ¿se acabaría nuestra libertad? ¿entraríamos en una situación de libertinage?... si esto sucediera no quiero saber la que se armaría....Así que mejor que dejen alos jueces como están por si acaso, no le parece.....Un saludo..

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  3. PARA EL VIZCA:Nunca he estado más de acuerdo con nadie que con Ramonet, precisamente en este artículo, que suscribo desde la A a la Z; parece como si ambos pensáramos con la misma cabeza, con el mismo cerebro, los planteamientos y las conclusiones son las mismas, absolutamente, sólo que yo creo que he ido un poco más allá en el razonamiento y he tratado de explicar que la solución que está intentando Venezuela y que yo he dado en llamar revolución desde arriba, es la única posible en ya en este estadio de la historia porque así como en un determinado momento se produjo la traición de los intelectuales, hoy se está produciendo, y de qué manera,la traición de las clases medias, de esos mequetrefes que se han dejado narcotizar por la tele y que consideran único objetivo de sus vidas vivir las vidas prestadas en las pantallas del cine y de la Tv.Pero creo que ésta nuestra batalla, la de Ramonet y la mía, es tan difícil de librar que casi se hace imposible de ganar, porque, hasta ahora sólo son 3 países suracmericanos y no de los más importantes los que ha alzado decididamente la bandera adecuada, ojalá tengan toda la buena suerte que yo les deseo. La van a necesitar.Un abrazo, elvizca,

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